Por su interés publico unos extractos del libro de Jean Marie Domenach sobre propaganda política para complementarlo con el libro de Jacques Ellul "Propagandas: la creación de las actitudes en las personas".
COAGULACIÓN NACIONAL Y CONCENTRACIONES URBANAS
"Hay dos hechos esenciales que caracterizan la evolución de la humanidad en el siglo XIX: la
formación de naciones cada vez más unificadas en su estructura y en su espíritu, y una evolución en
la demografía y el habitat.
En grandes extensiones de Europa y de América, el sujeto se convierte en ciudadano. Poco a poco
es llamado a votar y a hacer guerras que ya no conciernen sólo a especialistas y mercenarios. Por lo
menos teóricamente, sus responsabilidades se amplían con la participación en la vida pública. La
política exterior ya no interesa solamente a las cancillerías, sino que estremece a la opinión
nacional. Y la opinión deviene, a su vez, un medio de política exterior. Se apuesta a su excitación o
a su calma; se la utiliza para sostener la política propia o presionar en la del adversario. El desenca-
denamiento de la guerra de 1870, con el despacho de Ems, las ediciones especiales de los diarios, y
la repentina aparición de los chauvinismos, son síntomas evidentes de esa coagulación nacional y
significan que la opinión pública entra en una nueva etapa.
Al mismo tiempo se produce una revolución completa en la demografía y el habitat. Entre 1800 y
1900 se duplicó la población mundial. La de Europa aumentó en un 165 % entre 1800 y 1932. Este
nuevo poblamiento se concentra sobre todo en las ciudades industriales, en provecho de las cuales,
en algunos países, se abandona el campo.
Esta enorme agitación disuelve a las células tradicionales:la casa, que era la morada, el patrimonio de la familia, se convierte en un lugar de paso donde se
vive hacinado, el "barrio" impersonal remplaza a la aldea y la parroquia. Estas comunidades
intermediarias que enmarcaban al individuo, constituían para e1 una sociedad particular, con su
propia historia, que le filtraba los acontecimientos del mundo. Su desaparición lo dejó aislado,
desorientado, frente a una sociedad nacional, en rápida evolución, expuesto inmediatamente a las
solicitaciones exteriores. La miseria, la inseguridad de la condición obrera, el temor a la
desocupación y a la guerra crean un estado de permanente inquietud que la sensibilidad del in-
dividuo exagera y lo lleva a buscar refugio en las certidumbres de la masa. "Individuos reducidos a
una vida animal (debería decirse también psicológica y moralmcnte) privada, adhieren a lo que
irradia un cierto calor humano, es decir, a aquello que ha agrupado ya a muchos individuos.
Experimentan la atracción social de una manera directa y brutal” .
De esta manera, la dislocación de los antiguos cuadros, el progreso de los medios de comunicación,
la constitución de aglomeraciones urbanas, la inseguridad de la condición industrial, las amenazas
de crisis y de guerra, a las que se agregan los múltiples factores de uniformación progresiva de la
vida moderna (lenguaje, vestimenta, etc.), todo contribuye a crear masas ávidas de información,
influenciables y susceptibles de reacciones colectivas y brutales. Al mismo tiempo las invenciones
técnicas suministran los medios de actuar inmediata y simultáneamente en las masas nuevas.
LA INVENCION DE NUEVAS TECNICAS
En una masa cuya gran parte ha sido recientemente trasplantada, sustraída a sus formas de vida, a su
moral, a su religión tradicional, y que como consecuencia de ello se ha hecho más sensible y más
maleable, las técnicas de difusión vuelcan directamente, por el escrito, la palabra y la imagen, las
novedades del mundo entero. Le entregaron la historia cotidiana del mundo sin darle el tiempo ni
los medios para ejercer un control retrospectivo; se adueñaron de ella por el temor o la esperanza, y
la arrojaron, a su vez, a la palestra. Las masas modernas y los medios de difusión son el origen de
una cohesión de la opinión, sin precedentes. Ph. de Felice, en un libro reciente, ha querido mostrar
que todos los pueblos y todas las épocas han dado muestras de delirio colectivo.
Pero entonces se trataba solamente de bruscos y salvajes arrebatos, de repentinos enardecimientos que se
extinguían después de causar algunos estragos. En nuestros días la masa está en un estado de
cristalización latente, y la neurosis colectiva, aunque sus formas delirantes se mantengan limitadas,
alcanza más o menos en profundidad, pero con permanencia, a un gran número de individuos. Aun
en los sujetos en apariencia normales no es raro observar accesos inquietantes de excitación y de
depresión, extrañas alteraciones de la lógica y sobre todo, una deficiencia de la voluntad que se
manifiesta por una plasticidad singular ante las sugestiones de origen interior o exterior"
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