In LSD Veritas -

Benvinguts al meu racó.


Todo está sujeto a interpretaciones, por lo tanto la realidad es subjetiva y las formas de pensar y vivir son caóticas y conflictivas. El pensamiento enmascara a menudo la verdad de los hechos. La realidad ya no puede ser objetiva. Todo pasa por el filtro del pensamiento y el individuo deja de observar los hechos tal como son.

jueves, 24 de marzo de 2022

Los Estados del futuro.

                A mayor seguridad, mayor control y también menor libertad y autonomía.

Los Estados securitarios que se están fraguando tendrán poco que ver con los Estados liberales del siglo XX.
Las dictaduras del pasado tendrán poco que ver con las dictaduras del futuro en tanto en cuanto aquellas obedecían a regímenes totalitarios de corte político y con un líder encabezando el Estado, mientras en éstas serán totalitarismos con unos regímenes de consenso partitocrático y de corte tecnocrático en el que los técnicos serán los dirigentes del Estado.

La cuestión de la libertad de expresión va a ser clave para los Estados occidentales. La censura en las redes sociales (sobretodo) tras la "pandemia" abre un nuevo paradigma para empezar a limitar las opiniones vertidas por los usuarios de manera que así se traslade directamente al terreno social reduciendo o anulando directamente el juicio que pueda tener el individuo que disiente sobre cualquier asunto público. De esta forma también la opinión pública controlada por los medios de comunicación de masas repercute decisivamente en los asuntos de la cosa pública.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Son décadas de promoción de la imbecilidad más absoluta. Yo, de hecho, habiendo nacido en el último tramo del XX, no he conocido otra cosa. Cuando eres muy joven dudas de ti mismo (quizá es que eres demasiado radical, temperamental, exigente, etc., dices), pero pasada la primavera aprendes a distinguir si el problema está en ti o en los lacayos de espíritu que te rodean. La falsipandemia ha sido el catalizador definitivo, al menos en mi caso. Aunque reconozco que subestimé el grado de borreguismo general (la última es que hoy el riesgo "muy alto" pasa de 250/100.000 a 2.500/100.000 y como si nada, todos pastando).

El lobo estepario

Albert dijo...

Ese es el problema, cuando las cosas van tirando, es decir, bien, medio-bien o regular muy poca gente se da cuenta del mundo en el que vive. Pero ya cuando ya pintan bastos, la cosa cambia, empieza el malestar y la incertidumbre. Lo del 15-M del 2011 fue sólo un espejismo de rebeldía, a estas alturas se hace difícil pensar que vuelva a suceder algo similar a no ser que las cosas se pongan feas de verdad, que todo puede pasar...

Anónimo dijo...

El 15-M era un movimiento de vocación reformista, no "revolucionaria". No entro ahora a valorar la conveniencia de lo uno o lo otro. El hecho es que ni como alternativa de reforma ha cristalizado en nada realmente relevante (quienes pululan por los medios dirán, claro, que es relevante haber roto provisionalmente el bipartidismo, pero hablan para sí mismos). ¿Las implicaciones psicológicas y sociales de esta claudicación? Pues sí, seguramente acarreará un mayor desapego hacia la política como instrumento de transformación social (me refiero a las inquietudes políticas, no a medrar en los partidos, que era, puede decirse ya claramente, la aspiración de los promotores y cabezas visibles de ese "movimiento"). Si a ello unimos el reciente lavado de cerebro que ha tenido lugar en medio mundo (y que deja a Goebbels como mero aprendiz), entenderemos que se oscile entre la resignación y la apatía. Aunque yo veo además un estado de enajenación generalizado (y es que preguntémonos: ¿aguanta la mayoría siquiera un conato de debate, escuchar opiniones contrarias, atender a distintos puntos de vista..., sin perder los papeles, dar por zanjada la conversación o recurrir al ad hominem?).

El lobo estepario

Anónimo dijo...

La actual ceguera es sólo comparable a la que en tiempos recientes asociamos a la Alemania hitleriana, al fervor fascista en la Italia de Mussolini, a los franquistas más exaltados gritando ¡Franco, Franco, Franco! en la plaza de Oriente, sólo que mezclada con una cultura del miedo más parecida a las tácticas estalinistas, y, además, de tipo orwelliano: un estado de emergencia permanente (legal o moral, o los dos) con que la mayoría acepta todos los atropellos ya no sólo a su individualidad sino a sus propios derechos constitucionales, puesto que "las circunstancias obligan a ello". En resumen, una nueva militarización del pensamiento que se articula a través de los medios, mañana, tarde y noche, con los "soldados" en posición de firme frente a la pantalla (ya sea de la televisión o del móvil), creyéndose informados e independientes en su criterio. Una distopía en toda regla.

El lobo estepario

Piedra dijo...

Habría que ir más lejos y entender que esa supuesta seguridad que nos venden es totalmente falsa ya que el propio estado infiltra elementos violentos pequeñas amenazas que mantengan el clima de inseguridad para justificar sus medidas represivas. Además el estado en sí es una amenaza mayor de lo que siempre ha sido, pues su capacidad tecnica y mayor tamaño, lo convieten en la promera amenaza del pueblo y el individuo.

Saludos.

Albert dijo...

Así es Piedra, lo único que ha cambiado es que ahora los Estados tiene un mayor poder técnico y tecnológico, lo que devendrá en más operaciones de ingeniería social y también con más adoctrinamiento y lavados de cerebro a gran escala, lo que repercutirá en todos los planos, tanto en el político, como en el económico y social.