El tecnofascismo es un sistema social totalitario que se instaura a través de la tecnociencia, usando medios científicos y tecnológicos.
Sheldon Wolin1 define al tecnofascismo como un "totalitarismo invertido", en el cual el poder absoluto no tiene la apariencia de actuar como tal. El tecnofascismo no necesita establecer regímenes políticos, dictaduras militares, campos de concentración, obligar a la uniformidad ideológica ni suprimir a los elementos disidentes siempre que no cobren un perfil demasiado intelectual. En el tecnofascismo, el uso de las telecomunicaciones y de las computadoras se utiliza como medio de vigilancia absoluta, a la vez que se logra la adhesión de la población que percibe una sensación de progreso.
En un sistema tecnofascista, la fascinación de las masas por la ideología es sustituida por la fascinación hacia la tecnología. La adhesión ciega de los individuos hacia lo tecnológico posibilita el despliegue de un control absoluto sobre la sociedad, en cuya fase final se suele situar la manipulación biológica y/o mental de los individuos para lograr una sociedad uniforme y pacificada dirigida bajo los criterios de estados transnacionales o grandes corporaciones de una corporatocracia2 .
La etimología social del término aparece en los años 703 . El filósofo André Gorz utilizó este término4 al alertar de que el modelo de crecimiento capitalista vivía una crisis al ser un modelo industrialista y basado en la acumulación. La sobreacumulación y la reproducción causarían carestías de recursos de tipo natural, resultando en una crisis ecológica. No obstante y según Gorz, aunque la crisis ecológica agrave la crisis del capitalismo, éste podrá encontrar nuevas fuentes de negocio en la mercantilización de bienes de tipo natural cada vez más escasos, o en la creación de sustitutos artificiales que den respuesta a las necesidades que el propio capital crea. En este escenario, la gestión de un ambiente empobrecido dejaría a un tecnofascismo como la salida más probable a los límites del crecimiento.
El pensador austriaco Ivan Illich plantea la aparición de un tecnofascismo debido a la esclavitud de las necesidades energéticas, al identificar el bienestar con el más alto consumo de energía y la necesidad de establecer el sistema de planificación que lo haga posible. "La maximización del sistema industrial bajo un techo energético más allá del cual cesa la viabilidad del sistema requiere la transformación de nuevos poderes a un leviatán tecnofascista."5
La novela 1984 del escritor George Orwell es un referente popular más conocido de un tecnofascismo, y es utilizada a menudo6 para trazar paralelismos con los miedos al progreso tecnológico que expresa la sociedad actual. Orwell describe en su novela a una sociedad controlada por medios tecnológicos bajo el dominio absoluto de un partido. Pero aunque la obra de Orwell es frecuentemente usada como referente, autores y filósofos posteriores han sido más precisos respecto a este tipo de fascismo. Han usado el término tecnofascismo explícitamente, y han tratado con más detalle el control tecnológico de las sociedades.
En la hipótesis de una evolución hacia un tecnofascismo, las grandes corporaciones industriales ceden el relevo a otras tecnológicas y los estados-nación tienden a desaparecer definitivamente. La principal preocupación de estos supra-entes de control será imponerse en todos los ámbitos de la vida individual y social, utilizando la vigilancia y la invasión de espacios individuales y sociales mediante dispositivos tecnológicos7 . Estas grandes corporaciones deberán evolucionar para obtener características de monopolio pero a la vez facilitando el acceso universal a sus servicios para así extender su influencia. Estarían dirigidas por personas muy preparadas científica y tecnológicamente, una nueva élite gobernante que sustituiría a la fallida élite industrial.8 El pensador Bertrand Russell vaticinaba al respecto:
...los gobernantes científicos proporcionarán un tipo de educación para los hombres y mujeres ordinarios, y otro distinto para aquellos que deben convertirse en los responsables del poder científico. Los hombres y mujeres ordinarios se espera que sean dóciles, laboriosos, puntuales, irreflexivos y satisfechos. (La perspectiva científica, 1945).La aparente horizontalidad de una sociedad altamente tecnológica sería por tanto una mera apariencia. En este sentido, para Wolin el elitismo es un principio político mediante el cual se asume que la existencia de habilidades desiguales es un hecho ineludible, lo cual la sitúa finalmente en una contradicción con un sistema democrático horizontal9
A semejanza con los fascismos clásicos, el tecnofascismo necesita de una primera etapa de carácter convulso o revolucionario, en la que se ejerce un poder de atracción sobre las masas para derribar a los viejos poderes establecidos por ser atrasados e injustos. En la evolución tecnofascista las sociedades recibirán las innovaciones tecnológicas y tecnocientíficas de manera entusiasta, acrítica, o en todo caso con pocas resistencias. El tecnofascismo no necesita imponer una ideología pero si la adhesión hacia la propia tecnología. Los individuos tenderán a ser educados en visiones de racionalidad más extrema o en distintas visiones del materialismo y el pseudoescepticismo.
Debido a la sobreestimulación a través de medios y dispositivos tecnológicos, existe una sobrecarga de información que crea individuos con un conocimiento más amplio pero a la vez más superficial, lo que facilita la erosión de su pensamiento crítico10 . El tecnofascismo necesitaría también imponer el desprecio a todo lo que no pueda ser percibido, medido o datado, favoreciendo así el cientifismo. No obstante, el tecnofascismo también desarrolla su propia teología pero de corte tecnológico y basada en hipótesis transhumanistas, con el objetivo de prometer a las masas viejos sueños como la colonización del espacio, la inmortalidad o el fin de las enfermedades11
En el tecnofascismo se describe una acomodación de los individuos y las sociedades que no suele ser violento, pero en donde la sociedad tampoco es partícipe del sentido y los fines de manera totalmente consciente. Por ello, resulta inevitable que la definitiva acomodación necesitará vencer resistencias. El escritor Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz, planteaba una critica velada a la deshumanización implícita en la esclavitud a los incipientes medios tecnológicos de la era industrial. Describía una sociedad perfeccionada pero que necesitaba de una droga llamada Soma para encontrarse mejor anímicamente. El tecnofascismo se enfrentaría por tanto a una etapa en la que deberá suministrar drogas tecnológicas en forma de dispositivos nanotecnologicos o biotecnológicos integrados en Interfaces Mente-Máquina (MMI) para lograr así la pacificación mediante la deshumanización
El economista y sociólogo mexicano Luis Arizmendi, hace un análisis actualizado12 del tecnofascismo bajo la perspectiva ecológica de Gorz. Arizmendi afirma que el tecnofascismo ya supone una tendencia presente en el siglo XXI, ya que en su opinión, el estado neoliberal está dotado inconfundiblemente de pretensiones postmodernas protofascistas. Concluye en que para evitar un tecnofascismo, se debe evitar caer en una modernidad tanto neoliberal como socialista que impliquen la depredación de la naturaleza.
En el actual tránsito del capitalismo industrial hacia uno tecnológico ha aumentado el temor a un tecnofascismo que pudiera surgir tanto desde los restos de los estados-nación como de las nuevas grandes corporaciones. Esto se expresa también mediante individuos y organizaciones que denuncian de manera creciente a gobiernos y a grandes corporaciones tecnológicas13 . Éstos reciben críticas y denuncias reiteradas debido a sus invasiones en la privacidad de los ciudadanos y a sus estrategias de privilegio, manipulación o monopolio en la la distibución y el tratamiento de la información que producen las sociedades y que vuelcan a la red de redes.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Usuario:Sorimi/Tecnofascismo
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