In LSD Veritas -

Benvinguts al meu racó.


Todo está sujeto a interpretaciones, por lo tanto la realidad es subjetiva y las formas de pensar y vivir son caóticas y conflictivas. El pensamiento enmascara a menudo la verdad de los hechos. La realidad ya no puede ser objetiva. Todo pasa por el filtro del pensamiento y el individuo deja de observar los hechos tal como son.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Espectáculo, consumo y lucha de clases.

La sociedad del espectáculo no es mas que la sociedad de la decadencia. Donde la imagen se sacraliza para que el individuo pueda sentirse importante dentro de la sociedad. La imagen se convierte en un objeto de fetichización para el consumo. El hombre no hace la imagen, la imagen hace al hombre. Se transforma en un esclavo de su imagen. Ya no puede humanidad donde sólo hay imagenes que cambian continuamente según las modas y las creencias impuestas por la propaganda.

En la sociedad de consumo el número da valor al ser humano. Cuanto más sea el dinero acumulado por el individuo, mayor será su importancia dentro de la sociedad. El materialismo se impone como religión y trasciende la esfera espiritual del ser humano otorgándole a la sociedad un valor cuantitativo, medible y tangible para la producción. Ya no puede haber valores espirituales dentro del consumismo, todo es competitividad, violencia, odio y muerte.

La lucha de clases no ha emancipado a la clase trabajadora, es decir, a la clase que no ostenta los medios de producción para ganarse el sustento -según la doctrina marxista- porque ésta depende de la clase burguesa y del Estado para poder trabajar, sino que ha reforzado la riqueza de la burguesía y el Poder del Estado. No puede haber liberación de un clase sino se libera a la totalidad de la sociedad (incluida a la burguesa y a la gobernante). La clase trabajadora mayoritaría no determina la liberación de la sociedad, más bien afianza los mecanismos del Poder que estructuran la sociedad a través de la dependencia y la obediencia a la autoridad.

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