In LSD Veritas -

Benvinguts al meu racó.


Todo está sujeto a interpretaciones, por lo tanto la realidad es subjetiva y las formas de pensar y vivir son caóticas y conflictivas. El pensamiento enmascara a menudo la verdad de los hechos. La realidad ya no puede ser objetiva. Todo pasa por el filtro del pensamiento y el individuo deja de observar los hechos tal como son.

sábado, 11 de octubre de 2014

Sobre el artículo "La multinacional española" de Esteban Vidal.




Para el que le quedara alguna duda del poder que actualmente tienen todavía los Estados, voy a publicar el artículo que ha escrito Esteban Vidal en su blog "La multinacional española", en él se explica la controversia y el debate suscitado entre el poder que para muchos había detentado el Estado y que ha pasado a las Multinacionales, más concretamente, al imperialismo financiero con la banca mundial y grandes empresas a la cabeza.

La duda proviene de la gestión "pública" del Estado y la privada de las multinacionales y banca, la gestión para muchos Estatal no es otra que la del Capital, es decir de una institución aparentemente llamada pública pero que a la vez también es privada liderada por una élite burocrática de poder que confunde a la gran mayoría de las personas.

En esta coyuntura las multinacionales y la Banca son un apéndice del Estado Capitalista en manos siempre privadas - y como los hechos han podido demostrar- con funciones llamadas "públicas" dentro de la sociedad al gestionar los recursos económicos que aporta cada individuo al Estado.

Para una mayor comprensión la gestión del Estado y de la Banca no difieren en su esencia, cada institución se hace cargo de los recursos monetarios que aporta cada individuo, en el Estado por ejemplo cuando consume o cotiza en la Seguridad Social y en la Banca cuando deposita sus ahorros en ella.
                   
                                 Artículo "La multinacional española"
                           

La propaganda del sistema de dominación ejerce un efecto arrollador sobre la población, pero su intensidad suele ser redoblada en momentos y circunstancias especiales. En lo que a esto respecta cabe apuntar que no ha pasado desapercibida toda la parafernalia desplegada en torno a la reciente muerte de Isidoro Álvarez, director de El Corte Inglés. No han dudado en homenajearlo al tratar de hacernos creer que fue un hombre que se hizo a sí mismo, y que rebosaba de geniales cualidades hoy tan poco en boga como la generosidad. Pero más allá de estas insulsas adulaciones póstumas existe un trasfondo ideológico con el que se intenta convencer de que empresas como El Corte Inglés son el resultado del trabajo, esfuerzo y buena gestión de los personajes que las dirigen. Nada más lejos de la realidad.
No cabe duda de que El Corte Inglés es una empresa muy importante si sólo tomamos en cuenta el número de trabajadores que tiene a su cargo, en torno a unos 120.000, lo que la convierte en la empresa más grande del capitalismo privado. Pero nada de esto es fortuito si tenemos en cuenta que la economía capitalista, en su funcionamiento interno, no se rige por las leyes del mercado, sino que por el contrario este se encuentra regulado por la legislación que ordena y dirige la economía. El papel desempeñado por el Estado con sus órganos e instituciones reguladoras, encargadas de supervisar no sólo el cumplimiento de la legislación sino también de la realización de su política económica, explica que unas empresas prosperen hasta convertirse en gigantes empresariales mientras que otras desaparecen o pasan a ocupar una posición marginal dentro de la economía.
Así, nos encontramos con que la economía, lejos de estar autorregulada y fuera de cualquier control externo, está sometida a la supervisión, inspección y dirección de diferentes organismos estatales. En el caso español nos encontramos con la Comisión Nacional del Mercado de Valores que inspecciona y supervisa el mercado bursátil español. También está la Comisión Nacional de la Competencia que controla todos los mercados en materia de fusiones, agrupaciones, cesiones de cartera, transformaciones, escisiones y otras operaciones entre empresas. Y tampoco podemos olvidar el rol que juega la Agencia Tributaria en la recaudación de impuestos o de la Seguridad Social con las cotizaciones tanto de trabajadores como de empresas. Existe, por tanto, un fuerte intervencionismo y dirigismo estatal del conjunto de la economía para la consecución de sus propios intereses para los que se vale tanto de las empresas como de la mano de obra asalariada.
A pesar de que en los años 90 se planteó la muerte de las economías nacionales de los diferentes Estados en provecho de una economía global y transnacional, capaz de operar por encima y al margen de las legislaciones nacionales, fuera de cualquier control que no fuese el de las propias multinacionales y el de la banca internacional, los hechos prueban la falsedad de estas aseveraciones en la medida en que el Estado interviene activamente en la economía y regula los mercados.[1] De hecho el Estado es un actor autónomo que ejerce su influencia sobre todo aquello que le rodea, y que precisamente por esto da forma a los procesos económicos y empresariales que se desarrollan en la economía. Para este propósito el Estado ha desarrollado una serie de instituciones que constituyen una importante herramienta para la ordenación de la economía y el apoyo de aquellos sectores y agentes estratégicos.[2]
Las instituciones políticas y económicas del Estado han desempeñado una función importante en el desarrollo de las economías nacionales, lo que en parte explica las variedades de capitalismo que existen y las diferentes ventajas comparativas que los Estados han adquirido entre sí.[3] Pero sobre todo han servido para movilizar los recursos económicos, financieros, materiales y humanos disponibles para aumentar las capacidades propias de cada país en su competición internacional con otros Estados. Existen, entonces, unas causas de orden estructural e institucional que explican que unas determinadas economías, y consecuentemente también unas determinadas empresas, hayan tenido más éxito que otras en el contexto del sistema capitalista internacional. A ello han contribuido indudablemente otros elementos de importancia como el marco cultural de la sociedad, la estructura social de las grandes clases, etc., sin los que tampoco sería posible entender esta realidad.
El hecho de que el 90% de la producción de las economías industrializadas esté dirigido al mercado doméstico es un reflejo de la importancia que para cualquier empresa tiene el disponer de unas bases económicas nacionales sólidas. Sin esta base nacional las empresas no pueden desarrollar su actividad a nivel internacional y por tanto alcanzar el estatus de empresas transnacionales con el que acceder a otros mercados. En este sentido requieren de un apoyo institucional en su país de origen que les permita llegar a ser en la economía nacional empresas de primer orden. En el caso español las principales empresas multinacionales fueron una creación del Estado a la sombra del cual crecieron. Los casos más significativos son Ferrovial y el grupo ACS con las obras públicas de infraestructura, o grupos editoriales como Santillana que viven a expensas de editar libros de texto, pero también El Corte Inglés o Inditex con contratos millonarios para vestir al ejército y a los cuerpos represivos. Asimismo, están las privatizaciones de Repsol, Telefónica y tantas otras empresas estatales que a día de hoy son multinacionales de gran envergadura.[4]
El apoyo gubernamental es fundamental para proveer a las empresas de una posición de privilegio para alcanzar una ventaja competitiva en el mercado interior y exterior. En lo que a esto respecta son muy importantes no sólo los contratos gubernamentales, sino sobre todo la legislación laboral que facilita el abaratamiento de la mano de obra y el establecimiento del marco regulador para la consecución de mayores cotas de productividad y de explotación. Igualmente es necesario destacar que estas grandes empresas cuentan con un trato de favor estatal que se manifiesta de diferentes maneras y que es difícil de cuantificar económicamente. De este modo nos encontramos con situaciones como la de El Corte Inglés que dispone de mano de obra reclusa en las cárceles españolas para su producción textil, lo que comparativamente constituye una ventaja sobre otras empresas competidoras que no disponen de esa mano de obra tan dócil y barata.[5]
Tampoco hay que olvidar el proteccionismo económico que practican los Estados para mantener determinadas industrias y grandes empresas. En el caso del Estado español esto se hace mayormente a través de la UE. Así, una vez las grandes empresas logran consolidarse en su propio mercado nacional es cuando desarrollan su proyección internacional. Esto obedece no sólo a razones económicas de la propia empresa en su voraz búsqueda de beneficios, sino que también responde a la necesidad económica del Estado de conseguir recursos de los que carece y simultáneamente proyectar su poder más allá de sus fronteras. Para esta labor el Estado español dispone del Instituto de Comercio Exterior y la Compañía Española de Financiación del Desarrollo, dependientes del Ministerio de Economía, que se ocupan de facilitar la penetración de las empresas españolas en los mercados internacionales. Por este motivo las empresas multinacionales son realmente empresas nacionales que operan a nivel internacional al contar con el apoyo de sus respectivos Estados.[6]
Pero a nivel internacional las empresas dependen en lo esencial de las condiciones establecidas en los acuerdos alcanzados por los diferentes Estados. De aquí se deriva la importancia que determinados países, como Marruecos, tienen para la política exterior española, pues fruto de las negociaciones diplomáticas se alcanzan aquellos acuerdos que permiten la instalación de empresas españolas en su territorio. De esta forma se explica que corporaciones como Inditex,[7] Mango, Cortefiel, Induyco, Mayoral o El Corte Inglés estén radicadas en Marruecos donde practican la más salvaje explotación laboral sobre las mujeres marroquíes, quienes perciben 178 euros al mes por 65 horas semanales, lo que contradice el código de conducta de algunas de ellas como Inditex.
El imperialismo económico recurre a la mano de obra barata y a la falta de escrúpulos de otros Estados para controlar los mercados y afianzar su opresión sobre los trabajadores y trabajadoras de otros países. Así es como en el caso de las empresas españolas instaladas en Marruecos abusan de la mano de obra de una forma inmisericorde, de manera que el 40% las trabajadoras marroquíes de estas empresas del sector textil afirman no poder cubrir sus necesidades ni las de sus familias con los sueldos que reciben, pues en la mayoría de los casos no llegan al sueldo mínimo interprofesional marroquí. Para esto se valen de empresas proveedoras que contratan directamente a las trabajadoras y sobre las que aplican toda clase de abusos: horas extras obligatorias sin remunerar que prolongan las jornadas hasta 12 horas diarias, abusos físicos y verbales, arbitrariedad en la contratación, en las medidas disciplinarias y en el despido, obstáculos a la acción sindical que son, entre otras, las condiciones a las que son obligadas a trabajar las mujeres marroquíes del sector textil. A esto hay que sumar la presencia de menores de 16 años en estas fábricas que son obligadas a trabajar en las mismas condiciones que las mujeres adultas pero por 36 céntimos de euro la hora, es decir, tres veces menos que sus compañeras.[8]
Pero la explotación de empresas como El Corte Inglés llega a lugares más remotos como la India donde su ropa es fabricada por niñas y adolescentes que trabajan en condiciones de práctica esclavitud, y que necesitan más de tres años de trabajo para llegar a ganar 1.000 euros. Las jornadas de trabajo se extienden a 72 horas semanales por 90 céntimos de euro al día en unas condiciones de insalubridad, donde las jornadas de trabajo son de 12 horas sin recibir una compensación económica, ausencia de contrato, falta de libertad de movimientos dentro del propio complejo textil que sólo pueden abandonar una vez al mes bajo vigilancia.[9]
Pero no menos opresivas son las condiciones a las que son sometidos muchos de los trabajadores y trabajadoras de Inditex tanto en la India como en Bangladesh o Brasil. En este último caso han llegado a descubrirse empresas proveedoras cuyos trabajadores se encontraban en unas espantosas condiciones de esclavitud repartidos en más de 30 talleres distintos, con jornadas diarias de hasta 16 horas por sueldos de entre 90 y 130 euros mensuales.[10]
El éxito económico y empresarial de individuos como Isidoro Álvarez se funda sobre una viscosa mezcla de tratos de favor gubernamentales y la explotación más brutal. Su único mérito es el de haber construido una gran corporación sobre las ruinas humanas de cientos de personas sometidas a la más abyecta esclavitud moderna del infame trabajo asalariado. Mientras tanto el aura de respetabilidad y prestigio del que son investidos estos personajes no hace mas que encubrir esa siniestra y atroz realidad sobre la que hoy se levantan los imperios empresariales como El Corte Inglés.

[1] Wade, Robert, “Globalization and its Limits: Reports of the Death of the National Economy are Grossly Exaggerated” en Berger, Suzanne y Ronald Dore (eds.), National Diversity and Global Capitalism, Nueva York, Cornell University Press, 1996, pp. 60-88
[2] Evans, Peter B., Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol (eds.), Bringing the State Back In, Cambridge, Cambridge University Press, 1985
[3] Hall, Peter A. y David Soskice, Varieties of Capitalism: The Institutional Foundations of Comparative Advantage, Oxford, Oxford University Press, 2001. Acemoglu, Daron y James A. Robinson, Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty, Nueva York, Crown Publishers, 2012
[4] Guillén, Mauro F., El auge de la empresa multinacional española, Madrid, Marcial Pons, 2006
[5] Casellas, Amadeu, Un reflejo de la sociedad. Crónica de una experiencia en las cárceles de la democracia, Barcelona, El Grillo Libertario, 2014
[6] Hu, Yao-Su, “Global or Stateless Corporations are National Firms with International Operations” en California Management Review, invierno 1992, pp. 107-126
[7] Las marcas de esta gran corporación textil son Zara, Bershka, Stradivarius, Oysho, Uterqüe, Pull & Bear, Zara Home y Massimo Dutti.
[8] Setemp, La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección, Setem
[9] http://www.elconfidencial.com/espana/2012/03/23/trabajo-esclavo-en-la-india-tres-empresas-espanolas-estan-incluidas-en-la-lista-negra-94749/ Consultado el 29 de septiembre de 2014
[10] http://www.librered.net/?p=9781 Consultado el 30 de septiembre de 2014


 http://emboscado.blog.com/

1 comentario:

Piedra dijo...

Había leído el artículo y me pareció excelente, tu apunte inicial creo que sintetiza lo más importante, la dependencia mutua del estado y el capital, expresado principalmente por la gran empresa.

Saludos.