El Poder se sirve de la ilusión (engaño) como herramienta para someter al individuo y colectivo que procesa fe en su fuerza de persuasión y convicción a través de las imágenes.
En la lucha por el Poder quien lo detenta quiere preservarlo a base de engaños, y quien quiere conquistarlo debe descubrirlos para evidenciarlos y una vez conquistado crear nuevos engaños para manipular al creyente en la Autoridad.
Tanto los sentimientos como las emociones son imágenes contrapuestas que obedecen a un estado de ánimo concreto que cambia según la percecpción de las causas internas (como por ejemplo los deseos) y externas (como por ejemplo las condiciones sociales) en las que se halla el individuo en cada momento. Así el placer y el sufrimiento se contraponen como imagen única que cambia constantemente para seducir u oprimir según el estado psicológico y los condicionantes del individuo.
La malicia de algunos deriva en la necedad de muchos y ésta en la destrucción de todos.
Son muchos milenios de tradición o traición, el hombre moderno está cómodo en las costumbres de nuestros antepasados. El estadio corrupto todavía no ha sido superado para cambiar el paradigma. La voluntad de poder es consustancial a esa tradición o traición y por lo tanto la autoridad puede hallar sentido en la sociedad jerárquica de la dominación.
Contrarrestar la violencia con más violencia es como contrarrestar la dominación con más dominación. La violencia y la dominación se diluyen cuando no extisten ya dominados ni dominadores.
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