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Benvinguts al meu racó.


Todo está sujeto a interpretaciones, por lo tanto la realidad es subjetiva y las formas de pensar y vivir son caóticas y conflictivas. El pensamiento enmascara a menudo la verdad de los hechos. La realidad ya no puede ser objetiva. Todo pasa por el filtro del pensamiento y el individuo deja de observar los hechos tal como son.

martes, 27 de diciembre de 2016

Apuntes sobre el Capitalismo, el trabajo y la familia.





El carácter Capitalista del Estado-nación moderno (en todas sus formas) adquiere la función productiva y financiera de la gran multinacional y la gran banca, de esta forma su fin es la acumulación de Capital a través de los impuestos directos e indirectos de los asalariados, para después saquear los recursos de los Estados más débiles, de esta forma puede sostener y mantener las instituciones de poder como el ejército y la policía o la sanidad y educación para consolidarlo y perpetuarlo.
La primera gran empresa y banca usurera que roba al trabajador asalariado de base es el Estado y después a través de la plusvalía (en mayor o menor grado) si lo hace para una empresa privada.


La familia es la primera institución dentro del sistema capitalista que ejerce el Poder sobre sus integrantes, por lo tanto el principio de Autoridad (por parte del padre y de la madre) se lleva a la práctica como adoctrinamiento y sometimiento al hijo, lo que retroalimenta el sistema y convierte la voluntad de poder en eje constitutivo vital del pensamiento del individuo y de la sociedad como forma de desarrollo y organización colectiva.

El valor del trabajo desempeñado por el individuo en la sociedad capitalista se cuantifica como ganancias a través de la percepción de su salario y en forma de acumulación de Capital para la empresa o Estado para la que trabaja. En este contexto el valor del trabajo desempeñado cualitativamente sólo adopta la forma pecuniaria cuantitativa, es decir, el valor cualitativo se mide por la ganancia que genera el trabajo asalariado.

La esencia del valor cualitativo del trabajo (no asalariado o independiente) es inversamente proporcional al valor cuantitativo del trabajo asalariado, ya que éste se regula por las leyes del mercado financiero que dictan las multinacionales y la gran banca con el apoyo del Estado.
La función del trabajo asalariado (en todas sus manifestaciones) es netamente cuantitativa porque su aspecto cualitativo desaparece a favor de la acumulación de Capital que genera para la empresa, banca y/o Estado.


Para el sistema capitalista de dominación no hay distinción de trabajos ya que éstos sólo sirven a un mismo fin; la acumulación de Capital. El valor del trabajo asalariado se mide por su eficacia y rendimiento y pierde por lo tanto la esencia autónoma y cualitativa que lo hace en principio original y diferente al de otros trabajos que requieren de distintos conocimientos, aptitudes y habilidades en aras de la productividad y de los beneficios que genera la acumulación de Capital.
La esencia del valor cualitativo del trabajo en el trabajo asalariado pierde su naturaleza autónoma y vital, diluyéndose como trabajo muerto y después midiéndose en comparación con otros sólo por la acumulación de beneficios que genera al Capital.

5 comentarios:

Piedra dijo...

Los humanos somos una especie gregaria, la familia no es una institución artificial, es natural e imprescindible en nuestro desarrollo humano. La izquierda estatal siempre la ha presentado como su gran enemigo, porque lo es.

Albert dijo...

Me refiero a la familia dentro del sistema capitalista.

En último término la sociedad o la tribu también es una institución que dicta y fija unas normas y reglas para la convivencia, hasta aquí bien, sin embargo las injusticias también se pueden dar en una colectivo sin Estado, por ejemplo, al prohibir o rechazar cierto tipo de comportamientos que para el grupo están mal vistos o directamente les pudiera perjudicar según sus criterios e intereses.

Albert dijo...

Con los criterios e intereses me refiero a los de mayoría que no tienen porque coincidir con los intereses de todos los miembros del colectivo o tribu, aunque hubiera un sólo miembro que se viera afectado por causa de alguna norma fijada por el grupo, ya se estaría cometiendo una injusticia que perjudicaría por lo tanto el libertad de elección y la vida del individuo.

Albert dijo...

La cuestión está en qué anteponer en primer lugar o la libertad individual o la colectiva.
¿Puede haber un equilibrio entre la esfera individual (privada) y colectiva (pública) si ya no nos reconocemos como grupo o sociedad, y más aún si ya nos reconocemos ni como individuos?

Piedra dijo...

En una manada de leones, el jefe es el semental, eso puede parecer injusto para el resto de machos, en una comunidad humana para algunos miembros puede darse una situación injusta que debería ser aceptada por el bien común. Por supuesto hablo de comunidades, antiguas o modernas, al margen de los dictados sociales del momento y con libertad para escoger entre acatar libremente o salir del grupo.
La familia (natural) es algo diferente, hay unos lazos de sangre, (espirituales) y esto implica que perjudicar a un miembro, perjudica al resto, como si fuésemos células de un mismo órgano, pero esto solo implica el respeto a una serie de normas que suponen ese bien común, no acatar cualquier dictado hecho por un miembro dominante de la familia.
No se si me he explicado mejor, es básicamente lo que tu has dicho, por supuesto ese grupo está influenciado por la sociedad, el momento, el país, etc. en el que vive, pero a grandes rasgos creo que las situaciones son extrapolables a cualquier momento y lugar