La "pandemia" ha sido quizá el último asalto a la conciencia que el Poder ha dado al ciudadano medio para transformarlo en un ser totalmente obediente y sumiso. A partir de este hecho sólo cabe esperar una sociedad de autómatas que no tienen ninguna capacidad para tomar alguna iniciativa y organizarse de manera que pueda enfrentarse a los abusos y desmanes del Poder. Una sociedad sin conflictos se está fraguando y constituyendo como una masa de seres que responden sólo a las consignas de la autoridad y que están completamente alienadas de su voluntad de vivir una vida propia.
Como hemos podido comprobar la naturaleza del Capitalismo es en esencia totalitaria. El totalitarismo como tal se ha definido en esta mal llamada crisis sanitaria como un sistema tiránico y atroz que pretende hacerse pasar por una democracia formal o representativa que toma medidas políticas por el bien de la comunidad cuando en el fondo es la culminación de una serie de acontecimientos históricos que han llevado a la sociedad a un callejón sin salida del que no podrá salir si una mayoría no pretende cambiar el estado de las cosas.
Todas las medidas implementadas de control y vigilancia tras la "pandemia" por los Estados de los países occidentales responden a una serie de políticas para poder equiparnos a los ciudadanos de China, de esta forma los países occidentales encabezados por EEUU se aseguran una total adhesión de la población a sus respectivos Estados y poder competir con China.
El confinamiento ha sido el mayor experimento social realizado durante toda la historia del estudio e investigación del comportamiento humano (obediencia a la autoridad) mediante el aparato tecnológico ante una catástrofe civilizatoria ya sea natural o artificial.
La sociedad autoritaria y despiadada que describe Orwell en "1984" es la antesala de la sociedad pacífica y sumisa que describe Huxley en "Un mundo feliz".