No cabe duda que la
capacidad de auto-engaño del ser humano es inmensa, el pensamiento
como tal es utilizado por éste para justificarse de las mil y una
formas posibles. Siempre encontraremos a alguien a quién echarle la
culpa de nuestras desgracias o del funcionamiento del sistema en
general o algún motivo que nos dé una razón de peso en la que
podamos legitimar de algún modo u otro nuestra conducta y también
exculparnos de lo sucede en nuestro entorno más cercano y más
lejano.
Una de las causas
con la que nos auto-engañamos permanentemente es la corrupción o
falta de ética y moral que existe a todos los niveles en la
sociedad en la que vivimos.
Podríamos decir que
la sociedad ve con buenos ojos una cierta falta de valores como la
sinceridad, la honestidad, la humildad, la benevolencia y por el
contrario está bien vista la hipocresía, el engaño, la avaricia,
lo rimbombante y cierta dosis de maldad que muchos confunden y lo
asocian con carácter, eufemismo que denota corrupción en mayor o
menor grado en la personas.
No obstante, si la
corrupción de la sociedad es generalizada, el hombre medio tendrá
todas las facilidades para encontrar chivos expiatorios, cuando se
halla el “malo de la película” se entra en un circulo vicioso
del que uno no puede salirse, todo el sentido común y la lógica que
proporciona el entendimiento se pierden en esta justificación de la
conducta y la posible solución al problema en cuestión, se difumina
por el propio pensamiento que rechaza de plano su participación y
responsabilidad en mayor o menor medida como parte del problema.
He aquí el quid de
la cuestión, una tendencia permanente en hallar el culpable y otra
en la huida de la responsabilidad como parte integrante de la
sociedad, de esta forma se hace imposible una revolución necesaria
que cambiaría de forma bastante radical cuando menos el sistema, en
el que el individuo al estar atomizado, es decir divido, no se siente
parte integral de la sociedad y no puede participar en el desarrollo
de la misma, por ese motivo tiene que ser gobernado, sometido y
manipulado por un tercero, a la vez que degradado tiene legitimidad
para someter y degradar a otro semejante, un sistema que se
retroalimenta por la consecución de la voluntad de poder en el
hombre y por su incapacidad y frustración para desenvolverse como
ser autónomo e independiente, es decir, como un ser humano libre.
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