La violencia como vía de escape para el hombre frustrado.
Si entendemos que la violencia en el
hombre se ha convertido en la principal herramienta y fuerza
generadora para poner en marcha y mantener en funcionamiento el
motor del sistema y la relaciones en la sociedad actual, podremos
discernir que el conflicto que se origina en el hombre y las
relaciones que tiene, acaba alterando la realidad de los hechos que
dan a su alrededor.
El hombre frustrado busca
incesantemente en su vida subterfugios y chivos expiatorios para justificar su conducta, y
también poder de este modo darle un sentido coherente a sus acciones.
La capacidad de auto-engaño
del sujeto es la consecuencia del entorno en el que interactúa y el grado de auto-engaño
variará según el ambiente en el que se desarrolle su vida, entre otros factores
intervendrán, las relaciones con sus semejantes, la propaganda, la
cultura, el entretenimiento, la
educación, etc.
Otra de las vías de escape
para el hombre frustrado es el uso de la violencia psicológica a modo de intercambio de
humillaciones con sus semejantes, el grado y la forma del mismo variará también
según el entorno en el que se encuentre.
Otra de las vías de escape
para el hombre frustrado es el deprecio hacia sus semejantes – no hay que olvidar que no deja de
ser otro tipo de violencia – , como el racismo, la xenofobia, el chauvinismo, los
nacionalismos, la religión, la política.
La integración del hombre
en un sistema violento conformará la percepción que tiene del mundo y acabará también
por consolidar su carácter, con lo cual la violencia pasa a ser la norma y su uso un
mandamiento a cumplir para el hombre.
Otro factor determinante en
la conducta del hombre es la hipocresía, mediante ésta se desarrolla como ser humano
y se auto-engaña para justificar la violencia como medio de supervivencia.
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