A medida que se va imponiendo el mundo digital, las relaciones se van degradando, las consignas que prevalecieron durante la "pandemia" (distanciamiento y confinamiento o quédate en casa) se ajustan a las directrices de la sociedad tecnológica donde cada vez se pasa más tiempo encerrado en casa delante de las pantallas sin poder mantener una conversación con el vecino lo que divide por completo a la sociedad, aislando el individuo en su esfera privada y sumergiéndolo en una vida sin relación.
La ruptura de las relaciones sólo puede llevar a un estado de incertidumbre y confusión donde el Estado se fortalece a medida que el individuo confinado y alienado pierde autonomía y libertad. El campo de batalla que en anteriores épocas se situaba en el mundo real se ha trasladado al mundo virtual donde todo esta monotorizado por los servicios secretos y de inteligencia.
El control de la población resulta más efectivo y predecible en Internet. Las herramientas del Poder se han ido sofisticando debido a los avances cientifico-tecnológicos en aras de la servidumbre voluntaria de la sociedad que queda a merced de sus gobernantes sin poder articular ninguna respuesta adecuada a la tiranía impuesta.
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