El Capitalismo ha triunfado no por una ideología en concreto o por varias sino por su cosmovisión de la vida que ha impregnado profundamente el espíritu del individuo llevándolo a un callejón sin salida al estar sometido por fuerzas que no puede dominar. El materialismo es la religión del Capitalismo, la que ha despojado y vaciado de sentido espiritual la vida del ser humano.
El precio del progreso y la modernidad es el aislamiento. Este encapsulamiento o aislamiento en la vida privada es uno de los principios fundamentales del Capitalismo. La vida pública está cada vez más cercenada por el aparato propagandístico que despliega el Sistema de dominación con todas sus técnicas de manipulación que fomentan el consumismo y el entretenimiento a gran escala. Apenas hay relaciones de amistad al estar condicionadas por los intereses particulares que imperan en la sociedad producto de la división ideológica, religiosa y social.
El ser humano tutelado nunca podrá emanciparse, si espera hacerlo desde la autoridad, ésta lo esclavizará todavía más.
El acto más revolucionario es desobedecer el sistema de valores que se nos impone desde el Poder para la supervivencia.
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