Desde luego, no se
puede ignorar, en este renacimiento de lo religioso, los fenómenos
hippies. ¿Renacimiento? ¿O descubrimiento explosivo y visible de un
recorrido oscuro? Los fenómenos hippies no son un brusco
florecimiento. Por lo menos, desde 1930, asistimos a movimientos
juveniles que denotan los mismos rasgos; pero el hippismo, con sus
diversas formas, lleva al extremo todas las tendencias religiosas. No
se trata, por supuesto, de describir aquí el fenómeno hippie, sino
de recordar ciertos aspectos religiosos.
El rechazo de toda
racionalidad para sumirse en una experiencia espiritual inmediata, la
búsqueda de la comunidad, la fraternidad, el ideal de comunión y
no-violencia, la puesta en práctica de la voluntad con objeto de
cambiar la vida partiendo de una concepción espiritual del hombre,
el retorno a la naturaleza y a la vida “natural”, el rechazo del
oficio esclavizador y de cuanto envilece al hombre, el rechazo de una
vida sin sentido, limitada al confort y al consumo…, ¿cómo negar
que lo expuesto emana de una actitud religiosa? Tanto más cuando
ésta se manifiesta de forma explicita, pues en muchas ocasiones los
hippies llevan emblemas religiosos (muchos lucen cruces al cuello) y
adhieren expresamente a una tendencia religiosa clásica: el budismo
Zen.
Se puede seguramente
afirmar que los hippies “completos” no son tan numerosos y que
una golondrina no hace verano. Ello es verdad, pero son muchos los
jóvenes de Occidente que se dejan ganar en todo o en parte por el
ideal de vida hippy. Aquí también nos hallamos en presencia de un
hecho específicamente religioso. En el centro un reducido número de
creyentes imitativos, adoptando ritos, sin saber mucho más, que
imitan tipos de vida, y recitan fórmulas; ahora bien: tal es,
exactamente, lo que presenciamos con los hippies. Los innumerables
(¿30% de la juventud occidental?) cabellos largos, fumadores de H,
los escapistas, los objetores de conciencia de la sociedad, son los
fieles infieles de esta religión ( orientándose en esta via por
necesidad religiosa).
Pero este fenómeno
hippie no puede ser disociado de la droga y de la música pop. Por
cierto, sé que muchos hippies no se drogan: o, más bien, que no se
drogan “más”. Todos han experimentado la droga; los mejores la
abandonan cuando descubren una expresión religiosa más elevada y no
necesitan ya de ese medio: porque la droga es ante todo una
experiencia religiosa. Se pueden buscar cien explicaciones, existen,
por supuesto , motivaciones diversas, pero el centro del problema es
la necesidad religiosa.
En una sociedad que
ya no ofrece solución alguna a la búsqueda colectiva de un sentido,
que es opresiva y tecnificada, en la que se persigue el misterio y lo
irracional, la droga es el gran medio para alcanzar una comunión
humana, comunión que se ha vuelto imposible por la agitación, la
técnica y la información. Es una experiencia irracional, una
posibilidad de meditación y evasión. Tal es el secreto esencial de
la difusión de la droga.
Lo demás es, otra
derivación de esta necesidad, ora secundario. Los especialistas
encargados del estudio de la droga distinguen todos, entre muchos
factores, la necesidad religiosa -alcance del éxtasis, búsqueda de
la comunión, acceso al mundo del más allá, etcétera. Los dos
factores principales son los siguientes: por un lado, para ciertos
drogadictos (marihuana), se trata del elemento comulgatorio: no se
fuma a solas, el hecho de que el cigarrillo pase de mano en mano es
más importante que la propia droga y provoca “el efecto” deseado
con dosis ínfimas cuando el factor comulgatorio desempeña una
función en el grupo. Pero, por otra parte, la droga es creadora de
estados y de experiencias comparables a los que describen los
místicos -paraísos artificiales, éxtasis, visiones, confusión de
los sentidos, músicas inauditas…, vocabulario religioso. Pero no
hay que menospreciar un tercer factor: la secta. Los drogadictos
constituyen una secta cuyos miembros disponen de signos de
reconocimiento y son profundamente solidarios. Viven en un mundo
“sano” en relación al de los no iniciados, a quienes se
desprecia.
Lo droga alcanza, en
esos niveles, fenómenos totalmente semejantes a los fenómenos
religiosos clásicos, pero la difusión de la droga expresa la
necesidad de vivir esas experiencias: es el sustituto de una falla
religiosa de nuestra sociedad o por lo menos de un comportamiento
religioso satisfactorio, muy poderoso y unánime. En la misma línea
encontramos las concentraciones de jóvenes: los festivales “pop”:
se trata del paroxismo místico y del ritualismo colectivo a la vez.
Las concentraciones
de Monterrey, de la Isla de Wight, de Amougies, de Woodstock, son
exactamente el equivalente de las fiestas religiosas orgiásticas, -
la música “pop” tiene tal fuerza que evoca el subconsciente y
crea lo religioso. Una vez más, el atractivo “Música-Droga-Estar
juntos” actúa en la medida en que hay una proyección más elevada
y una necesidad fundamental: huir de un mundo material, monetario,
bajo, abrumado de preocupaciones cotidianas, y de eficiencias para
acceder al mundo de la gratuito, de la gracia, de la libertad, del
amor, de la despreocupación… o sea precisamente lo que todas las
religiones del mundo siempre han hecho en todas las sociedades , al
mismo tiempo que, para cada cual, se trata de obtener la superación
de si mismo.
La droga y los conciertos multitudinarios jamás pueden ser interpretados como iniciación, sino al contrario, contrainiciación.
ResponderEliminarLos hipis son (en general) o fueron en su día, un movimiento de niños pijos, nada espiritual o positivo, como puede comprobarse de lo que su generación y sus hijos han entregad a la humanidad.
La droga no, algunas drogas, pueden ser usadas puntualmente, tras una preparación psicológica y espiritual, para forzar o ayudar a un trance espiritual, pero tomadas tal como se toman, son una forma de destrucción y de control de masas.
Un saludo.
No sé la verdad, no voy hacer proselitismo de la droga, habrá casos de todo tipo, no obstante y por ejemplo hay mucha gente que bebe diariamente cerveza o vino y no por eso son unos alcohólicos. Todo es cuestión de medida supongo.
ResponderEliminarSaludos.
Estoy contigo en que puede ser un arma de destrucción y control de masas, pero ¿y qué no lo es?... por ejemplo, Internet cumple la misma función de destrucción y control de masas, el trabajo asalariado, la televisión, la radio, los periódicos, la cultura, la religión y hasta la filosofía, es decir, la propaganda en general.
ResponderEliminarSalut!
Hablando de drogas y control mental, dejo este vídeo, ya me dirás: https://www.youtube.com/watch?v=cK7R-IMTdVk
ResponderEliminarEl alcohol no deja de ser una droga, aunque sea legal, pero los efectos son diferentes, hablamos de drogas que pueden inducir un trance, generalmente psicotrópicos, tampoco hablaríamos por ejemplo de la cocaína o similares. Drogas usadas con la excusa de tener una experiencia espiritual: Mezcal, LSD, Opio, etc.
ResponderEliminarDigo con la excusa , por que era eso nada más, un negocio o en el peor de los casos una contrainiciación, pues sin una trabajo preparatorio, quizás de años, muy difícilmente el "viaje" va a ser provechoso.
Es control y destruccion de masas el general, pero las usadas de forma "espiritual" lo son como destrucción personal, como contrainiciación, para evitar que realmente las personas perfeccionen su psiquismo, su espíritu.
Efectivamente hay muchas otras formas de control social y mental, pero eso no afecta a que esto lo sea, unas lo son más y otras menos violentas además cada una está dirigida a un sector de la población, según su perfil psicológico, porque no es igual el consumidor de coca, un yupi, que el de heroína, un yonky marginal,o el de telenovelas, fútbol, alcohol...
El vídeo me lo tengo que ver con tiempo, que es largo y ya es muy tarde para mi. ;-)
Un saludo.
El vídeo es len tiii si moooo, me ha costado verlo entero, es muy aburrido y es una pena porque es interesante lo que dice, (no como lo dice).
ResponderEliminarPara mi Kaczynski es un héroe, lo tachan de asesino, pero los mismos que queriendo o sin querer ayudan a asesinar a miles de personas. Además nunca se ha demostrado que fuera él quien envió las bombas, por eso está aun vivo.
La sociedad tecnológica es un monstruo que tiene vida propia y nos destruirá si no la destruimos nosotros, eso es lo que entendió K. y contra lo que intentaba luchar.
Se hacen muchas menciones en el vídeo al N.O.M. y hay muchos científicos y gerifaltes que lo defienden alegremente. También se habla del nuevo hombre, un fantoche que ya no tiene nada de humano.
Se pretende imponer un totalitarismo mundial, ¡para evitar los totalitarismos!
Y es muy significativo cuando se dice que también en antisemitismo; Era inevitable que apareciesen los autores materiales del crimen.
Un saludo.