La convivencia se torna complicada cuando hay ciertos acontecimientos que buscan dividir a la familia, "allegados" y amigos. Nada nuevo en la historia de esta asquerosa sociedad donde "siempre" salen ganando "los de siempre".
viernes, 24 de diciembre de 2021
jueves, 23 de diciembre de 2021
domingo, 12 de diciembre de 2021
Catalunya a la sombra del capitalismo - Miquel Amorós
"Parece ser el territorio un elemento importante en el crecimiento de la economía, que es como decir en la acumulación de capitales. Con la perspectiva del cambio climático y de la “transición energética” del capitalismo, el territorio en tanto que paisaje es un factor estratégico de primer orden en boca de sus administradores. No hace falta calentarse la mollera con esto, pues cada año en Cataluña son clasificadas como suelo urbanizable más de cien mil hectáreas, al tiempo que toda clase de infraestructuras devoran la tierra fértil. La sobreurbanización implica la hipermovilidad. En el territorio catalán se producen alrededor de veinte millones de desplazamientos diarios, la mayoría en vehículo privado (el número de coches crece a mayor velocidad que el de habitantes). Encima, un alud de proyectos “disneylandistas” camuflados o no tras la candidatura Barcelona-Pirineos a los Juegos de Invierno lo quieren transformar; planes, leyes y decretos a montones concurren para regular dicha transformación sin molestarla demasiado. Como de costumbre, el discurso dominante alude al desarrollo y a los mercados, y apunta a “nuevas expectativas de actividad” y “oportunidades” para los hábitats rurales, pero añade ingredientes ecodesarrollistas como lo de la cohesión territorial, el ocio responsable, la conservación del patrimonio y la protección del medio ambiente. En la práctica, la fragmentación y la fagocitación del territorio continúan su camino ascendente. Como sea que el interés particular es la ley y que, desde hace más de dos siglos, las ganancias determinan la tonadilla de los dirigentes, el cambio de letra denota un cambio de dirección en la obtención de plusvalías. ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde estamos? A fin de encontrar respuestas adecuadas pasaremos revista desapasionadamente a la actual realidad catalana.
Cataluña es una sociedad plenamente urbana, una “ciudad de ciudades”, como dirían los tecnócratas de la socialdemocracia catalana. El 95% de la población vive en núcleos de más de dos mil habitantes y hay censados menos de 25.000 campesinos. El derecho a la ciudad tan caro a los urbanistas de la “izquierda” institucional ahora es un deber; casi todo el mundo ha de vivir aunque no lo quiera en un entorno urbanizado. El modo de vida característico de la urbe se ha generalizado, o dicho de otra manera: el vivir se ha industrializado. Al menos desde de los fastos olímpicos del 92, Cataluña es una especie de archipiélago metropolitano, o más claro, un “sistema” urbano fuertemente centralizado. El país orbita alrededor de una enorme conurbación de casi cinco millones y medio de habitantes -una de las más grandes y contaminadas de Europa- conectada con otras más pequeñas, que en conjunto abarca el 16% del territorio. De un modo u otro, todos los catalanes son barceloneses. Cataluña entera obedece a las necesidades de la metrópolis, dictadas por la dinámica desarrollista a ultranza correspondiente a la fase globalizadora. Es la “Cataluña ciudad” soñada por los idealistas burgueses de los ochenta, macrocefálica y depredadora, elitista y fenicia, crisol de trepas y especuladores, que no obstante se describía con rostro humano, cosmopolita y progresista, cuna de un capitalismo popular, democrático y participativo, llena de oportunidades para todos. Si la Gran Barcelona industrial de los sesenta y setenta era el motor de la economía española, ahora, en plena terciarización, se afana por ser un nodo -un “hub”- de la economía mundial. Si prestamos atención a quienes mueven los hilos de la planificación inútil y deciden el infeliz destino de los catalanes, el paso siguiente es formar parte de una “eurorregión” mediterránea con el turismo por único soberano, donde los beneficios se multipliquen por diez y el pastel nunca se acabe.
La metrópolis ha sido siempre el problema, nunca la solución. En cualquier momento, su poder desintegrador del territorio ha sido inmenso. Las elites urbanas lo reconfiguraron brutalmente -lo “reordenaron”- imponiéndole unas servidumbres tras otras. De hecho, la contradicción entre campo y ciudad se desvaneció hace treinta o cuarenta años. Los límites municipales se fueron desbordando hasta que las diferencias entre dentro y fuera quedaron borradas. Todo terminó en urbano o periurbano. Se puede afirmar que hoy en día en Cataluña el mundo rural propiamente dicho no existe o es muy residual. Bueno, aún se cultiva el 25% del territorio, pero la agricultura se desenvuelve bajo parámetros industriales y acata las reglas impuestas por las multinacionales de la alimentación. Es una agricultura no soberana, sin verdaderos agricultores. Los viejos saberes campesinos se perdieron irremisiblemente, igual que las costumbres o el derecho consuetudinario. De las prácticas antiguas de los pueblos tales como los consejos abiertos, los repartos vecinales, la enfiteusis, los campos abiertos y los bienes comunales o propios nadie se acuerda. En fin, el modo de producción agrario tradicional, y junto a él, la sociedad auténticamente campesina, desapareció hace casi un siglo. Era precapitalista, luego incompatible con el capitalismo y con el tipo de Estado centralizador y fiscalizador correspondiente: tenía que ser liquidado. A pesar de todo, el proceso de exterminio fue lento: en 1890 la producción agraria, basada en la trinidad cereales-vid-olivo, todavía superaba a la industrial. Hasta entonces, Cataluña era un país mayoritáriamente agrícola. Hoy apenas tiene industrias propiamente dichas. La gente del campo perdió el control de los lugares donde vivía y siguió por fuerza las directrices del mundo urbano. Los campesinos se convirtieron en ocupantes del patio trasero de la metrópolis, los últimos en enterarse de lo que les concierne. El campo perdió población a espuertas. Cerca de la cuarta parte de los municipios catalanes hoy están en peligro de extinción. Toda una civilización se hundió sin remedio y ni siquiera el museo etnológico es capaz de ofrecer un cadáver folklórico convincente. Habrá que echar mano al azar de algunas antiguallas para poder confeccionar una identidad local susceptible de convertirse en capital simbólico y atraer visitantes. El territorio esta siendo reinventado para adquirir el mayor valor posible en los mercados vacacionales. Eso no es nuevo en absoluto; la novedad consiste en que si la reinvención antes era consecuencia del capitalismo posmoderno, ahora es su premisa. La tierra es más que nunca de quien no la trabaja: el territorio es para explotar más que para vivir. La casa del labrador se llenó de urbanitas. ¿Cómo hemos llegado a esto? Veamos las etapas de este maldito recorrido.
La “revolución” industrial provocó el retroceso económico de la producción agraria y alumbró una nueva clase de asentamiento sin contornos fijos, donde se concentraban bancos, fábricas y mano de obra, en gran parte proveniente del campo: la ciudad industrial. Barcelona, que en la Guerra de Sucesión tenía solo 35.000 habitantes, creció hasta los 184.000 en 1857, en vísperas de la demolición de sus murallas, lo cual originó la expansión fabril por el llano circundante. Primero el ferrocarril y luego el tranvía crearon los suburbios. Si en el año 1900, Barcelona contaba con más de medio millón de habitantes, principalmente burgueses y proletarios, durante la Guerra Civil sobrepasaba el millón, el 37 % de la población catalana. A partir de entonces, el peso de la ciudad, rodeada por un cinturón industrial, no cesará de aumentar, y la lucha de clases, a pesar de la derrota republicana, seguirá caracterizando su historia hasta el advenimiento de la sociedad de consumo masivo. La agricultura tradicional, ya descomunalizada, caerá en picado con la llegada de la mecanización, los abonos químicos, los cultivos especializados y la ganadería intensiva. Allá por los años cincuenta del siglo pasado, la masía entró en crisis para nunca jamás remontar. La demanda del mercado nacional seguiría empujando hacia arriba la industria y, en consecuencia, extendiendo la conurbación. Las autoridades franquistas fueron muy conscientes del fenómeno y aplicaron las normas de zonificación recomendadas por el CIAM, decretando la separación entre fábricas y viviendas y el traslado de la industria barcelonesa al extrarradio. El Plan de Ordenación de Barcelona de 1953 fue el primer intento de racionalización instrumental de la Barcelona metropolitana. A lo largo de los años sesenta y gracias al automóvil se consolidará una primera corona de 36 municipios, reconocida legalmente en 1974 como Corporación Metropolitana, y luego rebautizada como AMB, Área Metropolitana de Barcelona. La continuidad del urbanismo franquista más allá de la muerte del dictador dio un salto cualitativo en 1987, cuando la Generalitat pujolista disolvió la corporación por temor a ceder poder a una institución en manos de competidores políticos.
La numerosa llegada de inmigrantes entre 1965 y 1975 había propiciado la construcción de horrorosos bloques abiertos de pisos de calidad ínfima que enriquecieron a sus promotores, afearon el paisaje urbano y segregaron a los trabajadores en barriadas obreras cada vez más alejadas de un centro cada vez más degradado e insalubre. De los equipos municipales nacidos en las primeras elecciones de “la democracia” salieron reformas tecnopopulistas que contaron con un cierto soporte empresarial, profesional y vecinal. El modelo Barcelona, elaborado por arquitectos “recosedores”, defensores de la institucionalización de las coronas, fue el paradigma urbanístico del desarrollismo posfranquista. Cuando hubo reactivación económica, el idílico “derecho a la ciudad” del urbanismo de fachada social-tecnocrático desembocó en una apuesta por el transporte privado y una prosaica subida del precio del metro cuadrado, suprimiéndose en la práctica el derecho a la vivienda y dándose vía libre a la especulación, a la destrucción del patrimonio y a la gentrificación. En 1977, bastante antes de la entrada de España en la Comunidad Europea, la ocupación en el sector servicios sobrepasó a la ocupación industrial. La circulación -o los “flujos”- y el tratamiento industrial de actividades terciarias aventajaban en capacidad de empleo a la decadente producción fabril. Eso significaba cada vez más un uso no manufacturero de los viejos polígonos y un uso no agrícola del espacio rural. Barcelona tuvo que “ponerse guapa”, que es como decir que hubo de adaptarse a las condiciones de la naciente “cultura del ocio”, o mejor, industria del entretenimiento. De derechos del ciudadano no quedó ni un pellizco. Ante el impulso del consumo privado -ante la colonización de la vida cotidiana- la alianza política entre las clases medias, la aristocracia obrera y los empresarios progresistas hizo aguas. Con el posfranquismo económico se agotaron las metas universales y todo el mundo se sumergió en la vida privada. A mediados años ochenta, mucho más de la mitad de los catalanes se consideraba clase media y soñaba en coches de alta gama, adosados y vacaciones en contacto con la naturaleza domesticada. Entonces, tal como ya había pasado con la costa, la frecuentación sistemática y masiva del interior, especialmente de la montaña pirenaica, -y la construcción de segundas residencias que derivaba de ello- se reveló como la mayor fuente de ingresos y la mejor alternativa a la industrialización. La comercialización del tiempo “libre” ofrecía sin lugar a dudas mejores expectativas que la producción de alimentos, tejidos, electrodomésticos o motocicletas: el deseo de los asalariados de evadirse del trajín cotidiano era mucho más rentable que la demanda de víveres y bienes de consumo. Pasado un tiempo, el derecho de escapar un rato de la aglomeración urbana ahogaría el derecho a habitar en un entorno campestre y a cultivarlo. Prioridad pues al cemento, al asfalto y al esparcimiento mercantilizado. La urbanización se hizo difusa, consumidora abusiva de terreno y muy agresiva. El territorio tuvo que incrementar su conectividad, mejorar sus accesos y multuplicar los espacios recreativos. Las urbanizaciones, los hoteles y los campings, la red viaria y finalmente internet nos introdujeron en una especie de pesadilla extractivista. Las infraestructuras tomaron más importancia que el espacio público y los hábitos cooperativos antaño arraigados: los técnicos al servicio de los inversores dijeron que “vertebraban” el territorio mucho más que las tradiciones y la solidaridad, y nosotros decimos que definen la dominación -el Poder- mejor que las instituciones.
Incluso antes del horizonte del 92 se impusieron los partidarios de la desregulación del mercado del suelo y la supresión de trabas ordenancistas. Un urbanismo perverso -al que podría llamarse olímpico- tomó el relevo al urbanismo táctico de las plazas duras y los “esponjamientos”, escudado en una calamitosa arquitectura de “marca” y un gran acontecimiento deportivo. Entrábamos en la sociedad de los edificios-espectáculo. El sector inmobiliario se perfilaba ya como motor principal de la economía. La superficie construida se duplicó en seguida; el proceso de suburbanización fue más intenso que nunca y se dio preferencia descarada a las autopistas. La corrupción y la deuda de los consistorios ayudaron lo suyo. A cuenta de las clases medias motorizadas, los conjuntos residenciales camparon a sus anchas. Surgieron como setas grandes superficies, naves logísticas y zonas de aparcamiento. Se proyectaron nuevas “rondas”, “patas” y variantes. La expansión del área metropolitana y la expulsión de los pobres de la capital y la AMB fueron el resultado inmediato. En la década de los ochenta se levantaba acta de una segunda corona sin status oficial de más de cuatro millones de habitantes. Agrupaba a 164 municipios. En los noventa, la primera corona se había colmatado e incluso perdía habitantes, mientras que la segunda, denominada Región Metropolitana de Barcelona, RMB. disponía de suelo y se extendía a discreción. La destrucción del territorio estaba servida. Hacia el 2000, se fusionaba lo urbano con lo periurbano. Estábamos a un paso de la “Cataluña-ciudad”, o más exactamente, en la Cataluña globalizada. La “vocación metropolitana” del capitalismo político catalán se había realizado, pero ¡de qué manera! El ritmo acelerado de vida en la conurbación, los nuevos hábitos consumistas promovidos por el endeudamiento alegre y una panorámica de grúas, mostraban sus horribles resultados. Barcelona-municipio permanecía en el centro del caos, luciendo escaparates, celebrando ferias, ofreciendo plazas hoteleras y empleos basura, y disparando el precio de la vivienda. Así, los problemas se traspasaron al territorio, objeto de los frenéticos fines de semana de centenares de miles de personas. Aparte de los daños ambientales, el alto grado de dispersión edificatoria elevó en gran medida el coste de los servicios y de las infraestructuras imprescindibles, obligando a una tímida regulación del hecho metropolitano mediante un Plan Territorial aprobado en 1998, pero no concretado del todo hasta 2010. El interés privado se sobreponía claramente al público (supuestamente el de la administración) o, mejor dicho, ambos se habían vuelto idénticos.
No era necesario que encima se apostara ostentosa y gratuitamente por las finanzas internacionales y el turismo, como hizo el desastroso Fórum maragalliano de las Culturas de 2004, puesto que la parquetematización de Barcelona era un hecho afianzado y la globalización, algo imposible de evitar aunque se quisiera. La crisis inmobiliaria posterior convenció a la plutocracia catalana de la urgencia de finalizar el periodo de edificación desordenada y vertederos incontrolados. Se imponía girar -aunque fuese de boquilla- hacia lo verde de acuerdo con las instrucciones europeas. En 2008 la población concentrada en la RMB se acercaba a los cinco millones y la llegada de turistas batía todos los récords. El turismo surgía como el único motor económico de la Cataluña de los “flujos” apaciguados. La explotación intensiva del territorio en todas direcciones y el despilfarro de recursos asociado que comportaba -en idioma tecnócrata, la “diversificación de la oferta” ante la “demanda externa”- clamaba por un maquillaje completo. El paisaje, sucio, maltratado y desmembrado, era más que nunca un elemento básico del “relanzamiento económico”, especialmente en las zonas entre mar y montaña, donde se estaban ubicando las vías del tren de los ejecutivos (el TAV) y las pistas de aterrizaje en compañía de los aerogeneradores, las placas fotovoltaicas, las incineradoras, las líneas de alta tensión y las plantas de reciclado. La entrada de Cataluña”en el siglo XXI”, es decir, el progreso de la clase dirigente catalana en el panorama internacional exigía cosas ecológicamente incorrectas como la ampliación del aeropuerto de El Prat. De cualquier forma, el ruido en torno al calentamiento global y la energía “limpia” obligaba a una normativa conservacionista de improbable aplicación.
En realidad, apenas se trata de la conservación del medio o de modificaciones significativas del modelo energético “fósil”, y en absoluto del final del sistema alimentario globalizado o de la especulación a todos los niveles: era caso de la explotación “sostenible” del territorio (sic), o sea, de planificaciones “flexibles” y “ajustadas a la diversidad” que no disminuyan la rentabilidad de las operaciones, ni la credibilidad de las autoridades. Se trata pues de la incorporación suave de los costes de la destrucción del territorio al precio del producto turístico-residencial, a través de una suerte de fusión de ambientalismo, política y negocios. En resumen, el desarrollismo teñido de verde. Una nueva ley, todavía en fase de anteproyecto, cargará con la tarea de establecer un uso del territorio que los expertos al servicio de los promotores quieren “eficiente”, “competitivo” y a su manera “sostenible”, de forma que las condiciones reales que nos han llevado a la situación en la que nos encontramos no se alteren sustancialmente, las fuentes del beneficio privado no se agoten, y la locomotora del progreso continúe su marcha por los raíles del estatismo hacia el precipicio sin que ningún freno intervenga."
Miquel Amorós
domingo, 28 de noviembre de 2021
PRESIDENTES (Chairmen) Jean-Thomas Bédard, 1978
"Este cortometraje de animación presenta un retrato alegórico de una sociedad donde los hombres han perdido su autonomía en la lucha por ser reconocidos por la propia sociedad que restringe su libertad. En la película, las sillas son un símbolo de éxito; sin ésta, todo hombre se convierte en un paria social. Muy crítica con el poder, los privilegios y el peso de las normas sociales, la película cuestiona nuestro presente y nuestro futuro. Esta película técnica y formalmente innovadora va acompañada de una banda sonora hipnótica y sombría y no contiene diálogos."
sábado, 27 de noviembre de 2021
jueves, 25 de noviembre de 2021
Contra el Levitán - "Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido "(Sheldon S. Wolin)
"Hobbes nos pide que imaginemos cómo sería la vida sin una autoridad fuerte dotada del poder de hacer cumplir la ley; administrar justicia y mantener la paz. Esa condición -según Hobbes- se asemajaba a un "estado de naturaleza!" en el que los seres humanos viven con el temor constante de una muerte violenta, una guerra interminable de todos contra todos. La solución de Hobbes al problema del miedo y el terror exigía que los individuos aceptaran establecer -y luego obedecer incondicionalmente- un poder absoluto. LLamó a ese Estado "Leviatán", para destacar que el precio de la paz era la investidura de un poder liberado de las restricciones de otras instituciones como la justicia o el parlamento. "No hay nada sobre la tierra -escribió Hobbes- que pueda comparársele"
Leviatán fue la primera imagen de superpoder y la primera alusión a la clase de ciudadano privatizado compatible con las exigencias de ese superpoder, el ciudadano que encuentra que la política es una distracción que debe evitarse; si no le permiten "intervenir en los negocios públicos", se quedará persuadido de que tener una participación activa implica "odiar y ser odiado", "sin beneficio alguno", y descuidar los asuntos de su propia familia. Hobbes no sólo había previsto las posibilidades de poder que albergaba el oxímoron del ciudadano privado; también las explotó para evitar que el poder soberano fuera compartido por sus súbditos.
El razonamiento de Hobbes era que si el Estado protegía a los individuos en sus intereses y los alentaba en la prosecución incondicional de dichos intereses, sujetos tan sólo a leyes pensadas para salvaguardarlos de las acciones ilegales de otros, tales individuos no tardarían en reconocer que la participación política era superflua, innecesaria, que no era una elección racional. La presunción fundamental de Hobbes era que el poder absoluto dependía no sólo del miedo sino también de la pasividad. La indiferencia cívica se elevaba entonces a una forma de virtud racional; el soberano establecía y mantenía condiciones de paz que les permitían a los individuos luchar sus propios intereses, con el conocimiento cierto de que la ley del soberano les protegería, incluso los alentaría. por otra parte, una ciudadanía apolítica a quien se ha tranquilizado sobre su seguridad y puede ahora dedicarse exclusivamente a sus intereses privados: una perfecta relación complementaria entre el absolutismo político y el egoísmo económico.
Hobbes insistía en que el poder de "aquel dios mortal al cual debemos, bajo el Dios inmortal nuestra paz y nuestra defensa" podía instituirse y perdurar sólo si era legitimado.; en otras palabras, si aquellos a quienes defendía se convertían en colaboradores dispuestos, cómplices a conciencia"
11-S La Legítima Duda
"Un documental sobre ese punto de nuestra historia reciente que dio lugar a que, como el momento actual, muchas personas de nuestra sociedad se hiciesen preguntas.Y es que sólo transitando en el camino de la duda se puede llegar a la verdad"
lunes, 22 de noviembre de 2021
Más sobre la "pandemia"
La cuestión plandémica no es baladí; se trata de mantener a la población el máximo tiempo posible en la hiperrealidad o en la realidad virtual a través de los medios de comunicación de masas e Internet de modo que la manipulación y el engaño sean más efectivos...
Ahora que se ha puesto tan de moda con la "pandemia" el asunto de los derechos, he de decir que en este caso los derechos son para los gobernados o en última instancia para los esclavos, es decir, quien te da estos derechos (gobernantes) también te los puede quitar en un momento dado. De modo que los que aspiramos a ser libres (se entiende en una sociedad jerárquica) debemos tener deberes en vez de derechos. He dicho.
Es normal que suceda lo que está sucediendo, quien nunca se ha cuestionado la autoridad, nunca se habrá cuestionado el papel que juega la ciencia, la medicina, la técnica, la tecnología, los medios de comunicación de masas, el Estado, etc, etc...
Lo que esconde la "pandemia" es un cambio drástico en toda la forma de organización social, un nuevo contrato social basado en la imposición de políticas cada vez más restrictivas y autoritarias a todos los niveles; intrusión tanto en la vida pública como privada, crisis económicas prolongadas, desempleo, trabajo precario, incremento del precio de los combustibles , electricidad, y comida, desatención médica, etc, etc. La era de la escasez ya ha llegado para consolidarse
Todo acontecimiento político conlleva un fenómeno propagandístico, es decir, y en última instancia, un acto deliberado de manipulación.
El Progreso es una falacia; no es tan sólo la obsolescencia programada de las mercancías sino la calidad de las mismas producto del industrialismo lo que hace que el Progreso sea una ilusión para esclavizar a las masas.
En la sociedad estatizada actual el individuo ha perdido prácticamente su autonomía, lo dirigen fuerzas impersonales desconocidas que a través del Estado y los medios de comunicación articulan el discurso predominante que determinan las directrices que ha de seguir en cada momento. Como no hay cuestionamiento ninguno de éstas fuerzas que no entiende tampoco hay discernimiento de manera que queda a merced de las consignas de un tercero que lo gobierna o manipula como más lo conviene en cada momento.
Sin duda lo que está sucediendo y lo que va a suceder va a ser posiblemente peor que todos los regímenes totalitarios habidos durante la Historia, a mi modo de ver es peor una guerra larvada o encubierta que una guerra oficialmente declarada porque las muertes y los heridos pueden ser contabilizados a causa de una supuesta enfermedad provocada por un "arma" invisible y silenciosa y perpetradas por una medicamento que en teoría es el remedio a dicha enfermedad.
Entre otras cosas porque ya no hay una cabeza visible en forma de jefe como Hitler, Stalin o Mussolini a quien culpabilizar directamente de los crímenes y masacres, El Estado (las fuerzas impersonales en forma de ente abstracto) diluyen la responsabilidad y los actos cometidos de sus funcionarios en nombre del "bien común" . Es la ventaja de las democracias formales o representativas frente a las dictaduras..
lunes, 8 de noviembre de 2021
Manifiesto contra el Progreso - Agustín López Tobajas
jueves, 28 de octubre de 2021
Sobre la "pandemia" y otros.
Tras la "pandemia" las reglas de juego han cambiado. Se desmorona el viejo imperio de occidente liderado por EEUU (1) y emerge el nuevo imperIo de oriente liderado por China. Hay que prestar atención a lo que sucede en China, toda la política de los países occidentales copiarán el modelo chino de gobernanza que proyectará su cultura por todo el mundo y por lo tanto su modo de vida.
El Sistema Técnico Universal no es otra cosa que el mundo hecho a imagen y semejanza del hombre moderno. Un mundo de esclavos tecnológicos (2) que no tendrán otro cometido que servir a las máquinas y al garante de las mismas; el Estado. Ese el futuro de la humanidad, un infierno hecho a medida de los gobernantes con la complicidad de los gobernados.
La sociedad tecnológica es una sociedad fantasmagórica, lo virtual ha sustituido a lo real. La frase "nada es lo que parece" se adecua a este tipo de sociedad en el que las apariencias forman la realidad cotidiana en la que vivimos. El falseamiento de la vida es sistemático de manera que la hiperrealidad en la que nos vemos inmersos transciende la conciencia de lo verdadero.
Si Internet fuera un instrumento neutro, el fraude la "pandemia" se habría destapado ya debido a las evidencias de los hechos y al sentido común más elemental. En este caso, como el control de Internet pertenece a las grandes empresas tecnológicas capitalistas pueden monopolizar la información y sobretodo la propaganda volcada en la red, de modo que el aforismo de McLuhan "El medio es el mensaje" se confirma ante todo lo sucedido.
No puede cuadrar que entre los disidentes de la "pandemia" haya gente de todo tipo de ideologías, religiones o creencias. Los medios de comunicación de masas en un intento por aglutinar a buena parte de esta disidencia los ha definido como negacionistas ya que entre ésta hay miembros de la extrema derecha y conspiracionistas que encajarían en esta descripción al negar también el holocausto nazi y el cambio climático (entre otros acontecimientos históricos y medioambientales), sin embargo, no se concibe que haya otro tipo de disidencia que se salga de la versión oficial de los medios de comunicación de masas. De modo que la versión oficial sobre la "pandemia" transciende todo tipo de ideologías, creencias y religiones pese a quien le pese.
1- El uso de la mascarilla es una norma para disciplinar y uniformizar a la población de occidente y del resto del mundo de manera que así se pueda equiparar a la sociedad china. El green pass es el preludio del carnet por puntos existente en China que se impondrá dentro de poco en Occidente. Está será la nueva gobernanza mundial de todos los Estados.
2 - La aceleración de la digitalización de la vida en todas sus dimensiones tras la "pandemia" es lo que el progreso nos deparará en el futuro. Los progresistas son los más pro-sistemas que pueda haber, sin ninguna duda.
lunes, 18 de octubre de 2021
martes, 14 de septiembre de 2021
Junius Frey / Esbozo de una doctrina de política comunista
Por su interés dejo unos párrafos de este notable artículo publicado en "Artillería Inmanente".
"Empecemos por situar el escenario. El escenario histórico, por no decir historial. China, pues, ha despertado. Y como era de esperar, el mundo se tambalea. La unidad de previsión del Deutsche Bank, que asesora a sus traders de clientes, prevé una «guerra fría entre Estados Unidos y China» en las próximas décadas, al final de la cual «surgirán dos bloques semicongelados» separados por un «Tech Wall» (The Age of Disorder, septiembre de 2020). El mundo se dividiría de la siguiente manera: por un lado, el marco heredado de la globalización, bajo la hegemonía estadounidense en todos los sentidos, ya sea monetario, militar, tecnológico o cultural, y por otro, las «nuevas rutas de la seda» —la «belt and road initiative»—, que van desde la puesta a punto definitiva de Sinkiang hasta la absorción del Pireo o de los buques insignia de la tecnología alemana, desde la diplomacia enmascarada en Argelia hasta el establecimiento de una base militar china en Yibuti, desde el apoyo a los regímenes amenazados por las calles (Siria, Tailandia o Birmania) hasta una política de influencia omnilateral que no rehúye de América del Sur, África u Oriente Medio. Entre ambos, estrategias de contención y provocación, de desmovilización y presión de todo tipo, mil microbatallas aparentemente invisibles y una fijación gradual de lealtades país por país, partido por partido, empresa por empresa. Deng Xiaoping recomendó «ocultar la propia brillantez y esperar el momento». Está claro que ha llegado el momento; ya ha pasado por mucho.
"La utopía tecnológica de una humanidad confinada en casa que se experimenta actualmente puede entenderse desde este punto de vista: simplemente propone que habitemos nuestra propia acosmia. Pretende evitarnos la experiencia de la pérdida del mundo privándonos de la experiencia del mundo. La reducción del mundo a la casa logra la domesticación completa. Todo está configurado para que el nuevo ciudadano imperial, tele-productor, tele-consumidor y tele-viviente tras la pantalla de su smartphone u ordenador, se experimente a sí mismo como el centro soberano de su mundo. Nunca ha sido tan libre para mandar, para «navegar», para informarse, para expresarse, y nunca ha sido tan marioneta de algoritmos y poderes organizados. ¡Debe ser un prisionero para estar abrumado con tantas ofertas de evasión! Se trata de un secuestro del mundo que está en marcha.!
lunes, 13 de septiembre de 2021
Sobre la "pandemia"
La "pandemia" es el preludio del confinamiento caracterizado por la sociedad tecnológica. La nueva normalidad no es otra cosa que la imposición del aparato tecnológico y la digitalización de la vida social por el Sistema de dominación.
Esta "pandemia" ha desfigurado de tal modo la realidad que cualquier suceso -por muy inverosímil que pueda parecer- sea posible. Aparte de que ha hecho añicos no sólo a las ideologías en general sino a las que presuntamente también se oponían al Sistema.
En la era post-pandémica las ideologías perderán fuerza frente a las nuevas doctrinas impuestas por el Sistema, a saber, ecologismo, ciencia y tecnología...
Internet no es otra cosa que un caramelo envenenado, si bien por un lado facilita sobretodo el acceso a la información, comunicación y entretenimiento, por otro sirve como instrumento de vigilancia control y manipulación sobre la sociedad.
jueves, 9 de septiembre de 2021
domingo, 8 de agosto de 2021
domingo, 13 de junio de 2021
Observaciones sobre la "pandemia" y otros.
La "pandemia" ha sido quizá el último asalto a la conciencia que el Poder ha dado al ciudadano medio para transformarlo en un ser totalmente obediente y sumiso. A partir de este hecho sólo cabe esperar una sociedad de autómatas que no tienen ninguna capacidad para tomar alguna iniciativa y organizarse de manera que pueda enfrentarse a los abusos y desmanes del Poder. Una sociedad sin conflictos se está fraguando y constituyendo como una masa de seres que responden sólo a las consignas de la autoridad y que están completamente alienadas de su voluntad de vivir una vida propia.
Como hemos podido comprobar la naturaleza del Capitalismo es en esencia totalitaria. El totalitarismo como tal se ha definido en esta mal llamada crisis sanitaria como un sistema tiránico y atroz que pretende hacerse pasar por una democracia formal o representativa que toma medidas políticas por el bien de la comunidad cuando en el fondo es la culminación de una serie de acontecimientos históricos que han llevado a la sociedad a un callejón sin salida del que no podrá salir si una mayoría no pretende cambiar el estado de las cosas.
Todas las medidas implementadas de control y vigilancia tras la "pandemia" por los Estados de los países occidentales responden a una serie de políticas para poder equiparnos a los ciudadanos de China, de esta forma los países occidentales encabezados por EEUU se aseguran una total adhesión de la población a sus respectivos Estados y poder competir con China.
El confinamiento ha sido el mayor experimento social realizado durante toda la historia del estudio e investigación del comportamiento humano (obediencia a la autoridad) mediante el aparato tecnológico ante una catástrofe civilizatoria ya sea natural o artificial.
La sociedad autoritaria y despiadada que describe Orwell en "1984" es la antesala de la sociedad pacífica y sumisa que describe Huxley en "Un mundo feliz".
domingo, 6 de junio de 2021
domingo, 30 de mayo de 2021
martes, 4 de mayo de 2021
miércoles, 28 de abril de 2021
"Dios ha muerto"
La sentencia de Nietzsche en la que afirma que "Dios ha muerto" se corresponde a la muerte del espíritu del hombre moderno, que significa fundamentalmente el abandono de toda concepción religiosa sobre la vida por una visión materialista y mecanicista.
Para el hombre moderno las relaciones con los seres vivos y más concretamente con la Naturaleza han dejado paso a las relaciones con las cosas, el famoso fetichismo de la mercancía del que habló Marx se ha transformado en un fetichismo por la tecnología.
En todo caso la instrumentalización y la dominación de la Naturaleza conlleva también la dominación del ser humano. La Técnica se ha sacralizado en aras de la dominación de todo ser vivo en el planeta para su posterior control.
lunes, 26 de abril de 2021
sábado, 17 de abril de 2021
jueves, 15 de abril de 2021
lunes, 12 de abril de 2021
domingo, 4 de abril de 2021
jueves, 11 de marzo de 2021
Control y progreso.
Si algo define el estado actual del hombre moderno (más allá de la confusión y caotización generada por los medios de comunicación de masas y el Estado) es el confinamiento. Resulta interesante observar cómo ha sido el aparato tecnológico impuesto por el Sistema el que encapsulado cada vez más al individuo y a la sociedad en su vida privada.
La "pandemia" ha sido sin duda el resultado de una operación de ingeniería social para mantenernos el máximo de tiempo posible encerrados en nuestras casas de esta forma estudian mejor las conductas individuales para que el Sistema de dominación pueda planificar con antelación los acontecimientos que formarán a la opinión pública y de esta manera dirigir a la sociedad según sus intereses y criterios de gobernanza a corto-medio y largo plazo.
Mediante el control y la vigilancia total el Sistema podrá planificar los acontecimientos que dirijan a la población según los criterios e intereses de la clase gobernante, de manera que toda oposición al totalitarismo impuesto pueda ser canalizado y asimilado sin que las amenazas sean un peligro para su status quo.
La percepción de la dominación que ejerce el Sistema debe ser ambigua, confusa y desordenada para que de esta forma no pueda haber una respuesta clara y concisa ante la represión sistemática que dicho Sistema intenta camuflar con posturas democráticas sobre el conjunto de la sociedad. De este modo la atomización del individuo y la división de la sociedad se consigue fragmentando todo lo posible la realidad a través de los medios de comunicación de masas que actúan como altavoces del Sistema de dominación.
jueves, 4 de marzo de 2021
¿Por qué desapareció la cultura obrera?
Porque el Sistema de dominación absorbió por completo al movimiento obrero y creó o mejor dicho inventó en la "época dorada" del Capitalismo (cuando funcionaba en mayor o menor medida) la famosa clase media, sustituta de la clase obrera de antaño. Los obreros se sintieron en buena medida realizados con su trabajo asalariado.
La imposición de la dominación por medio de métodos planificados de aceptación y adhesión a las estructuras empresariales capitalistas e instituciones estatales que supieron como persuadir al proletariado de su condición servil a través del consumo y de ciertas prebendas que lo despojaban y desarraigaban de su cultura y visión del mundo que habían conocido
viernes, 26 de febrero de 2021
¿Lucha obrera o sindicalismo? - Antonio Hidalgo Diego
Nueva bandera sindical
El diccionario de la RAE define ‘sindicato’ como una ‘asociación de trabajadores para la defensa y promoción de sus intereses’, sin especificar qué intereses defiende, si los intereses de los trabajadores o los que tienen los miembros del sindicato. La experiencia sociológica e histórica se ajusta fundamentalmente a la segunda interpretación.
¿Son los sindicatos una herramienta útil para los trabajadores en la actualidad? Rotundamente, no. ¿Alguna vez lo han sido?
Las justas reivindicaciones del proletariado industrial del siglo XIX que realizaban, no los sindicatos, sino los propios obreros de cada una de las fábricas, tierras de labor, talleres, almacenes y minas fueron instrumentalizadas por las oportunamente creadas organizaciones sindicales centralizadas, casi siempre dependientes de algún partido político, es decir, de las cloacas del Estado. Los sindicatos nacieron con una cosmovisión materialista, ajena a los valores espirituales del amor al prójimo, la dignidad, la convivencia y el sentido de la vida, preocupados solamente por elementos tan fungibles como los salarios y la cantidad de horas que trabajamos, aspectos igualmente esenciales. Los sindicatos se adscriben a ideologías y a los intereses que éstas generan, al tiempo que se olvidan del trabajador. Algunos líderes sindicales llegaron a animar a los trabajadores a alistarse en el ejército estatal durante la Primera Guerra Mundial para morir en unaguerra ajena a sus intereses o para matar a otros trabajadores[1].La UGT se inscribió en el sindicato vertical protofascista de Miguel Primo de Rivera[2].Sindicalistas “anarquistas” de la CNT llegaron a ser ministros de la II República[3].La genocida dictadura soviética creó en España el sindicato Comisiones Obreras[4]. Veinte mil trabajadores fueron estafados por la UGT en el llamado ‘caso PSV’[5]. En los Estados Unidos, la palabra ‘sindicato’ es sinónimo de ‘mafia’[6].
Si las Naciones Unidas, a través de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), y la Constitución española de 1978 abogan por lo que ellos llaman ‘libertad sindical’ y los ‘derechos de los trabajadores’ es porque tiene que haber gato encerrado. Los sindicatos son una herramienta al servicio de los intereses del Estado y del capitalismo, por esa razón nacieron con el capitalismo industrial del siglo XIX y se han convertido en parte fundamental del mismo. Los sindicatos reciben millones de euros en subvenciones del Estado[7], tienen ventajas fiscales[8] y el poder judicial ha sido muy comprensivo con las corruptelas en las que éstos se han visto involucrados[9].Los sindicalistas son los últimos empleados de una empresa que pueden perder su puesto de trabajo y tienen horas sindicales en las que evaden el trabajo productivo.Los líderes de los grandes sindicatos llevan décadas sin acudir a su puesto de trabajo[10]. ¿Cómo van a defender los intereses de los trabajadores si están sobornados?[11] Confiar en la acción sindical es creer que un gatito gordo y consentido defenderá el rebaño de los lobos.
La verdadera función de los sindicatos es:
- Amortiguar el descontento de los trabajadores alienados y explotados creando una falsa disidencia.
- Atender con relativa eficacia los casos particulares en los que las empresas medianas y pequeñas incumplen la legislación laboral. Los sindicatos nunca combaten las dinámicas y patrones de explotación y degradación de los trabajadores que generan el Estado y la gran empresa capitalista, salvo cuando repiten como loros la eterna letanía de crítica al ‘neoliberalismo’, a la ‘precariedad’ y a los ‘recortes’ en la función pública. Un discurso que nunca va acompañado de acciones efectivas.
- Convocar pequeñas huelgas de un solo día que no sirven para nada (aunque son cada vez menos frecuentes) y manifestaciones a las que solo acuden ellos. Estos actos no son más que escenificaciones rituales en los que los propios sindicatos se afirman a sí mismos. Los sindicalistas son retratados en los medios de comunicación mostrando sus banderas al tiempo que corean estúpidas consignas vacías de contenido.Los líderes sindicales se muestran como seres comprometidos en la defensa de los trabajadores y algunos empleados ilusos se lo llegan a creer.
- Los sindicatos son muy activos en las precampañas electorales a la hora de criticar a los partidos de derecha y decantar el voto hacia los partidos de izquierda. No hay que olvidar que el partido que más ha contribuido a desarmar la cohesión de la clase trabajadora, y que más leyes ha impulsado a favor de los intereses de la banca y la gran empresa capitalista durante el Régimen de 1978, ha sido el Partido Socialista Obrero Español[12].
- Los sindicatos participan de los nuevos campos de batalla de la izquierda. En su discurso han olvidado casi por completo los intereses de la clase trabajadora para centrarse en el proselitismo de las nuevas religiones políticas: feminismo institucional, homosexualismo einmigracionismo[13].
El incremento en flecha del desempleo a raíz de la crisis pandémica de 2020, la cada vez más acusada deslocalización industrial a países de Asia y África que comenzó hace medio siglo, la llegada masiva de inmigrantes procedentes de países en los que los conceptos de libertad y dignidad apenas existen y la concentración de capital en unas pocas y gigantescas empresas transnacionales que monopolizan la actividad económica hacen que la situación actual de los trabajadores sea especialmente delicada. La Unión Europea y los voceros del gran capital ya han anunciado la implantación del modelo semiesclavista chino en Europa[14]. Los sindicatos callan y otorgan, esperando poder seguir disfrutando de su posición laboral privilegiada en la inminente sociedad distópica que se está implantando.
Ha llegado el momento de recuperar el sentimiento de clase, de clase trabajadora, porque trabajadores somos todos, salvo aquellos que viven de prebendas, subvenciones y tinglados, salvo aquellos que viven del trabajo de los demás. Es el momento de recuperar la lucha obrera, al mismo tiempo que debemos desvincularnos y combatir a los sindicatos. Las reivindicaciones laborales deben ser obra de los trabajadores, no de los que pretenden hablar en su nombre. Las luchas laborales deben nacer en el seno de una única empresa, por iniciativa de los trabajadores y nunca siguiendo consignas de una central sindical con sede en la capital. La organización de los trabajadores debe ser asamblearia, de base, descentralizada y autofinanciada. La acción de los trabajadores debe ser valiente, nunca superficial. La huelga debe ser indefinida.El boicot y el sabotaje pueden ser herramientas útiles y necesarias. El sindicalista que persista en defender su parcelita de poder y bienestar debe ser excluido socialmente por sus compañeros, debe ser aislado y neutralizado por el resto. El Estado y la gran empresa no pueden subsistir sin sus trabajadores; un trabajador puede subsistir con el apoyo y la solidaridad de sus compañeros de trabajo. ¡Que no nos dividan por categorías salariales, puestos de responsabilidad o sexo!
Los trabajadores deben hacerse cargo del acto productivo y ser propietarios de los medios de producción. Los monopolios económicos del Estado y las grandes empresas deben desaparecer, así como los tributos obligatorios que gravan los ingresos de los trabajadores. El principal objetivo de los obreros debe ser el de poder desarrollar su labor con dignidad, hacerlo en base avalores éticos y pelear por unas condiciones materiales justas, rechazar la obsesión productivista del ‘vivir para trabajar’ y dejar de rendir culto a la tecnología que deshumaniza la labor de los seres humanos. Los trabajadores autoconstruidos integralmente debemos edificar una sociedad basada en la libertad del acto productivo y abolir esa forma de esclavitud llamada trabajo asalariado.
Antonio Hidalgo Diego
[1]Pese a la postura del socialista francés Jean Jaurès en contra de la Primera Guerra Mundial, la mayor parte de la socialdemocracia europea se posicionó del lado de los ejércitos de sus respectivos Estados animando a los obreros a luchar en esta contienda. Un claro ejemplo es el de la Oficina Socialista Internacional que, en la reunión de emergencia celebrada en verano de 1914, apostó por el apoyo del socialismo al Ejército, tal y como acordaron el austríaco Víctor Adler y el checo Antonin Nemec. Jaurès fue asesinado el 31 de julio de 1914. Además de los denominados ‘socialpatriotas’, algunos anarquistas como el ruso Piotr Kropotkin o el francés Charles Malato alentaron a los obreros a luchar en las trincheras para “combatir al agresivo imperialismo alemán”.Guerra a la guerra. El movimiento obrero frente a la guerra (1898-1918) de Julián Vadillo Muñoz. Publicado por la Universidad de La Rioja.
[2] Con la excusa de que “la democracia es burguesa”, el líder socialista Julián Besteiro se opuso a las propias bases del PSOE para posicionarse a favor de la dictadura monárquica-militarista de Miguel Primo de Rivera (1923-1930). Asimismo, el líder de la UGT Francisco Largo Caballero colaboró activamente con la dictadura hermana del fascismo mussoliniano como Consejero de Estado entre 1924 y 1929. Consultar la crítica a Largo Caballero y a buena parte del socialismo que realizó Salvador de Madariaga y Rojo en España. Ensayo de historia contemporánea (1931).
[3] El 4 de noviembre de 1936 cuatro miembros del sindicato anarquista CNT ingresaron como ministros en el gobierno republicano de Largo Caballero: Federica Montseny, Juan García Oliver, Joan Peiró y Juan López.
[4] Las primeras ‘Comisiones Obreras’ nacieron en la década de 1950 y fueron impulsadas por el Partido Comunista de España (PCE), una formación ilegal durante el franquismo y dependiente del Kominformu Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros, creada por Andréi Zhdánov en 1947 en el seno de la Unión Soviética de Stalin.
[5] El escándalo comenzó en diciembre de 1993 con la quiebra de la empresa Promoción Social de Viviendas (PSV) creada en 1988 por la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato vinculado al partido gubernamental, el PSOE de Felipe González. La UGT contaba también con una constructora (IGS) y una compañía de seguros (UNIAL). PSV vendió unas 20.000 viviendas a personas de clase trabajadora en terrenos públicos cedidos por la Administración socialista. La empresa sindical quebró antes de que los inmuebles fuesen edificados y el dinero de los cooperativistas se esfumó. UGT (sindicato que vive de las subvenciones estatales) tuvo que hacerse cargo de los 78,13 millones de euros de responsabilidad civil subsidiaria (sentencia de 2003), pero el director de PSV, Carlos Sotos, solo fue condenado a dos años y cuatro meses de cárcel por estafa y apropiación indebida. El secretario general del sindicato, Nicolás Redondo, se libró de la cárcel a cambio de abandonar su carrera sindical.
[6] El camionero y líder sindical estadounidense James Riddle Hoffa, “Jimmy” Hoffa, fue presidente general del sindicato IBT entre 1957 y 1971, la organización de trabajadores más grande del país con 2,3 millones de afiliados. Desde sus inicios como sindicalista en la Hermandad Internacional de Camioneros, Hoffa estuvo vinculado al crimen organizado.Llegó a ser condenado por soborno y fraude, y solo un sorprendente acuerdo con el presidente Richard Nixon permitió que Hoffa permaneciera tan solo unos pocos meses en prisión. Desapareció para siempre en 1975.
[7] El BOE recoge la Orden de 18 de septiembre de 2020 en la que el Estado español destina 45 millones de euros a las organizaciones sindicales.
[8] Los sindicatos, partidos políticos, organizaciones empresariales, oenegés y organizaciones religiosas gozan de grandes privilegios fiscales en virtud de la Ley 49/2002 (gobierno del PP de José María Aznar), privilegios tan decisivos que, en la práctica, ninguna de estas corporaciones paga impuestos. Estas exenciones incluyen las actividades económicas remuneradas que estas asociaciones llevan a cabo, como los servicios de asesoría o la venta de productos. Por no pagar, no pagan ni el IBI, igual que ocurre con la Iglesia, aunque los programas de La Sexta, los tuiteros de izquierda y los humoristas del Club de la comedia solo se acuerdan de los indecentes privilegios que la ley otorga a la Iglesia cristiana. Libremercado, 1/3/2012.
[9] Además del referido ‘caso PSV’, los grandes sindicatos españoles se han visto implicados en otras corruptelas, como el ‘Caso Forcem’. La Audiencia Nacional investigó el presunto fraude de 100 millones de euros por la apropiación indebida de parte de los 630 millones de euros en subvenciones que el Estado destinó a cursos de formación continua que debía gestionar la Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo (FORCEM), tinglado vinculado a los sindicatos UGT, CC.OO. y CIG (Confederación Intersindical Gallega) y a las patronales CEOE y CEPYME. El País (15/6/2014) publicó que el Estado gastó 21.000 millones de euros, en tan solo 10 años,solo en cursos de formación. Los tribunales absolvieron a los procesados del ‘Caso Forcem’ en 2017. El líder sindical asturiano José Ángel Fernández Villa, Secretario general del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA-UGT) durante 34 años, diputado autonómico y senador por el PSOE, fue condenado a tan solo 3 años de cárcel por la evasión fiscal de 1,4 millones de euros en 2018.
[10]Unai Sordo, secretario general de CC.OO., lleva sin trabajar en el sector maderero desde el año 2000. José María Álvarez Suárez, secretario general de la UGT, ¡lleva sin trabajar en el sector del metal desde 1978!
[11] La Comisión Ejecutiva Confederal de Comisiones Obreras, cúpula directiva del sindicato, se ha subido el sueldo un 46% (Memoria Anual de CC.OO. del año 2019) al mismo tiempo que aceptaba una subida media de los salarios en España del 2%. Desde que Unai Sordo es el máximo mandatario del sindicato (2017), los dirigentes de “Comisiones” se han subido el sueldo un 85% (OK diario, 11/12/2020 y 12/12/2020).
[12] Fueron los gobiernos socialistas de Felipe González (1982-1996) los que impulsaron la “reconversión industrial”, o desmantelamiento de la minería, los astilleros, el textil y buena parte de la industria española, ademásde la implantación de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT).Con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero se abarató para las empresas el despido de los trabajadores, se retrasó la edad de jubilación a los 67 años y se desvirtuaron los convenios colectivos.
[13] La llegada masiva de trabajadores extranjeros genera dumping laboral, es decir, mantiene el alto porcentaje de desempleados y contribuye decisivamente al descenso de los salarios y a la precarización laboral, especialmente si los trabajadores migrantes proceden de países sin experiencia histórica en la lucha obrera. La homosexualización de la sociedad y el aumento de años de formación académica y de horas de trabajo de las mujeres son factores decisivos que ayudan a entender la caída en picado de la natalidad en Europa, lo que estimula la importación de mano de obra foránea. En definitiva, podemos afirmar que las grandes centrales sindicales españolas están contribuyendo al exterminio de los pueblos ibéricos y a su sustitución étnica.
[14] El ‘Plan Europeo de Recuperación’ que la Unión Europea ha preparado para los próximos años como reacción a la crisis económica generada por las medidas pandémicas se reduce a la implantación del modelo económico chino en Europa. Más información en ¿En qué consiste el plan de recuperación tras la pandemia acordado por la UE?, artículo publicado porEl Economista el21 de julio de 2020.