Una suerte de eco-tecno-fascismo está a la vuelta de la esquina, disfrazado por la preservación del medio ambiente (reservas y entornos naturales restringidos) y de la supuesta y relativa libertad que aportan los nuevos inventos cientifico-tecnológicos.
El Capitalismo no podrá soportar la presión demográfica mundial y la devastación (agotamiento) y contaminación constante de los recursos naturales y energéticos de manera que tendrá que mutar de forma paulatina a un nuevo sistema de dominación basados en la Técnica y la Ecología como pilares fundamentales en el que los Estados (cada vez más totalitarios) tendrán que basar sus políticas sociales.
El gran triunfo del Estado es haber consegido que el opromido se identifique con su opresor (más allá de la lucha de clases entre proletariado y burguesía o ricos y pobres), es decir, que el gobernado adore a su gobernante.
El ser humano necesita ser gobernado para creer en algo e identicarse con un líder/es o autoridad/es que le de algo de sentido a su existencia y así pueda justificar su voluntad de poder.
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