Cuando la alienación se generaliza, ya no se distingue la manipulación, es decir, quién es el manipulador y el manipulado, el gobernante y el gobernado. Todos forman parte de un conjunto que se retroalimenta continuamente. O dicho de otra forma; no existe la manipulación como tal, en un sentido claro y conciso. Todo se diluye en un marasmo de relaciones de poder que culminan en una élite que responde a los deseos y necesidades de una masa que se reconoce libre y por lo tanto autónoma (hasta cierto punto) de su designio.
Donde reina la confusión y la degradación habrá líderes para gobernar al rebaño humano.
La consigna del Poder es la de crear un caos permanente a través de la política de manera que así pueda afectar en el plano económico y social la vida del individuo invadiendo su esfera pública y privada de forma constante.
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