"El gran debate, retomado una y otra vez, sobre la excelencia o el peligro del progreso técnico está en pleno auge. Hemos dereconocer que la mayoría de las veces las tomas de posición son pasionales.
Unos admiran el progreso técnico por todo aquello que le permite al hombre realizar, por lo que ahorra de fatiga, por la elevación del nivel de vida, por su contribución a la longevidad. En esto llevan razón. Pero estos admiradores pronto se transforman en creyentes y no toleran la más pequeña crítica, el menor cuestionamiento. Otros critican el progreso técnico por los peligros evidentes que conlleva, por la pérdida de viejos valores, por una especie de puesta en cuestión global del hombre. Pero estos críticos también se convierten en creyentes negativos, no atribuyendo ningún valor al progreso técnico y refugiándose ya sea en el pasado(un pasado generalmente idealizado) ya sea en un pesimismo inactivo. Incluso aquellos que simplemente pretenden estudiarlos hechos, al tomar en consideración la realidad concreta obedecen a una de estas dos actitudes. Todos los estudios sobre la técnica que conozco se basan siempre en presuposiciones relacionados con la naturaleza humana, o con el sentido de la historia,o con la ética, o con el Estado… y a veces, evidentemente, con la metafísica. Los análisis que aparentemente parecen los más rigurosos, a base de estadísticas, y sin hacer mención alguna aestos problemas son, en este sentido, los más peligrosos. Ya que, igual que los otros, son elaborados a partir de ideologías, aunque se tienen por estrictamente científicos y toman una apariencia de rigor que niegan a los estudios más retóricos pero que en realidad son más honestos.
En este terreno, donde se ve claro que el hombre está totalmente implicado, es imposible ser puramente científico y plenamente desinteresado. Todos sabemos que finalmente todo va a depender del resultado de la aventura técnica. Entonces ¿cómopodríamos mantener la sangre fría y no tomar partido? La apuesta es demasiado grande, y todos estamos implicados de lleno en este movimiento. La transformación es a la vez global (conscierne al conjunto de la humanidad y a todos los aspectos de la sociedad y de la civilización) y personal (modifica nuestras ideas, nuestrosmodos de vida y nuestros comportamientos). Y no podemos dejarde preguntarnos qué va a sucedernos en medio de este trastorno.Una respuesta simplemente lógica no es posible. No conocemos todos los hechos y somos incapaces de proceder con una verdadera prospectiva sintética, lo que ineluctablemente tiene que ser, puesto que todas las piezas del sistema técnico están intrincadas, y también porque si queremos responder a la cuestión más global de en qué vamos a convertirnos, esto sólo puede ser el resultado de una comprensión global y no de la suma deprevisiones fragmentarias. Entonces, nos dejamos ir, ya sea hacia esperanzas desmesuradas, con el sacrificio fácil de todo aquello que antes habíamos considerado ser la verdad misma del hombre (ciertos valores, la progresiva separación de la individualidad enrelación a la colectividad, etc.), ya sea a desesperos de diversas tintas (lo absurdo del mundo, la deshumanización de Alphaville o la catástrofe atómica) sin tener en cuenta las oportunidades que todavía tenemos. No hemos acabado aún de jugar la partida. En este contexto, que no puede dejar de ser pasional, querría llamar la atención sobre uno de los caracteres más importantes del progreso técnico, su ambivalencia. Entiendo por ello que el desarrollo de la técnica no es ni bueno, ni malo, ni neutro sinoque está hecho con la mezcla de elementos positivos y negativos,“buenos” y “malos” si queremos adoptar un vocabulario moral. Igualmente, por ello entiendo que no es posible disociar estos factores a fin de obtener una técnica puramente buena y que no dependa del uso que se haga del útil técnico para obtener resultados exclusivamente buenos. En efecto, en este uso mismo somos nosotros a la vez modificados.
En el conjunto del fenómeno técnico, no quedamos igual que antes, intactos, somos no solamente orientados indirectamente por este útil, sino que además somos adaptados de cara a una mejor utilización de la técnica gracias a los medios psicológicos de adaptación. Dejamos de ser independientes, no somos un sujeto entre objetos sobre los cuales podríamos tener una influencia autónoma y frente a los cuales podríamos libremente decidir nuestra conducta; estamos implicados muy estrechamenteen este universo técnico y condicionados por él. No podemosc ontinuar oponiendo por una parte el hombre y por otra el utillaje.Hemos de considerar como un todo “el hombre en su universo técnico”. Dicho de otra manera, el uso que de este utillaje se hacen o es decidido por un hombre espiritual, ético y autónomo, sino por este hombre en su universo técnico, lo que quiere decir que este uso es tanto el resultado de una opción humana, como una determinación técnica. Este universo técnico comporta igualmente determinaciones que no dependen de nosotros y que deciden un determinado uso. Además, hemos de comprender en relación aeste uso “bueno” o “malo”, que hablamos del hombre a título individual, del hombre que usa un determinado objeto técnico. Podemos pues escoger respecto a un elemento, respecto a un uso, pero la civilización técnica está constituida por un conjunto inseparable de factores técnicos. Y lo que va a cambiar todo esto no será el buen uso de uno de sus elementos. Tendría que ser unc omportamiento general de toda la humanidad. No insistiremos enello, pero no creo que estemos cerca de llegar a una tal situación"
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