La división del trabajo aparte de excluir a un sector cada vez mayor de la sociedad -paro y precariado- está provocando una desigualdad más aguda entre los asalariados de distintas categorías (fragmentación debido a la especialización) con un incremento de la explotación de los obreros de base para compensar el exceso de burocratización tanto pública como privada que sirve para dar legitimidad y sostener el sistema de dominación a través de la política y las instituciones que conforman el Estado.
La relevancia de un problema que afecta a la sociedad debería determinarlo la misma sociedad y no los medios de comunicación de masas al servicio del Poder. Las corrientes de pensamiento de la opinión pública pueden ser influenciadas constantemente por la propaganda emitida desde los medios para ocultar problemas de mayor gravedad (desviando el centro de atención) que atañen a la sociedad.
También se pueden crear corrientes de pensamiento a través de la inoculación de ideas previamente planificadas a partir de acontecimientos que puedan ser un peligro para la sociedad como son el terrorismo, enfermedades contagiosas, conflictos bélicos de mayor o menor intensidad tanto internos como externos.
Las crisis provocadas por el sistema, las soluciona el mismo sistema provocando más problemas que derivan en más crisis para así poder ocultarlas. La crisis sistémica desemboca en un circulo vicioso que no se detiene ante nada ni ante nadie debido a la naturaleza de su poder de destrucción.
La sociedad prefiere la dominación a cambio de seguridad que la emancipación a cambio de responsabilidad.
La sociedad del espectáculo se refleja en la porno-misería y la porno-riqueza que los medios de comunicación de masas bombardean constantemente al público, ofreciéndoles tanto a héroes como a villanos que simbolizan la cara y la cruz, el éxito y el fracaso de una sociedad degradada por su propio afán de poder, fama y dinero que tienen como principales símbolos a deportistas, cantantes, actores entre otras figuras del espectáculo capitalista.
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