En las sociedades capitalistas se debe reflejar la pobreza y la miseria para que se pueda implementar la competitividad y la meritocracia (la sociedad de los mejores o en el darwinismo social, la ley del más fuerte). La pobreza y la exclusión social es considerada por la sociedad como un fracaso para la víctima que no ha sabido o no ha podido adaptarse al Sistema. El que nace pobre tendrá menos posibilidades de encontrar trabajo y escalar posiciones que signifiquen mayor sueldo (riqueza) y status (poder). Toda queda a merced de las posibilidades, habilidades y aptitudes que posea el individuo para formarse y encontrar un puesto en el mercado laboral.
Debido a los adelantos en la campo de la ciencia y la tecnología, la especialización requerirá cada vez de mayor tiempo y dinero para la formación de la persona interesada en obtener un puesto de trabajo como técnico, ingeniero o especialista en la especialidad que desee, con lo cual la mayoría o la inmensa mayoría de la población quedará relegada a puestos subalternos, precarios o directamente excluidos del sistema.
No es de extrañar que el sector servicios en el Estado español sea uno de los que más demanda de mano de obra no cualificada tenga en Europa. El nuevo lumpen proletariado formará la nueva clase ociosa que quedará excluida inexorablemente de la producción y en buena parte del consumo que anteriormente tenía, siendo relegados a la pobreza y misería por la clase dirigente. El éxito o el fracaso del individuo será medido en buena parte por el poder adquisitivo que ostente la familia en cuestión y supondrá por lo tanto su salvación o perdición en la integración de los puestos de trabajo que le consigne la sociedad capitalista según su capital cultural y aptitudes en el mercado laboral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario