Debido a las nuevas condiciones de un control provechoso de los asuntos económicos —en el
momento en que el Estado juega un papel hegemónico en la orientación de la producción, y en que
la demanda, para todas las mercancías, depende estrechamente de la centralización realizada en
la informacion-incitación espectacular a la que también deberán adaptarse las formas de
distribución, se exige imperativamente que se intente constituir en todas partes redes de influencia
o sociedades secretas. No se trata más que de un producto natural del movimiento de concentración de capitales, de la producción, de la distribución. Lo que en esta materia no se extiende, debe desaparecer; y ninguna empresa puede crecer sin contar con los valores, las técnicas, los medios, de lo que hoy en día son la industria, el espectáculo y el Estado. En el último análisis, es el desarrollo particular quien ha sido escogido por la economía de nuestra época, el que viene a imponer en todas partes la formación de nuevos vínculos personales de dependencia y protección.
Es precisamente en este punto donde reside la profunda verdad de esa fórmula, tan bien
comprendida en toda Italia, que emplea la Mafia siciliana:"Cuando uno tiene dinero y amigos, se ríe
de la justicia". En lo espectacular integrado, las leyes duermen; porque no fueron hechas para las
nuevas técnicas de producción y porque, en la distribución, son eludidas por ententes de nuevo
tipo. Lo que el público piense o prefiera ya no tiene importancia. He aquí lo que queda oculto del
espectáculo a tantos sondeos de elecciones, de reestructuraciones modernizadoras.
Quienesquiera que sean los vencedores, lo menos bueno será rápidamente adquirido por la
amable clientela: ya que será exactamente lo que habrá sido producido para ella.
Fue precisamente después de que el Estado moderno, llamado democrático, dejara de serlo,
cuando empezó a hablarse continuamente de "Estado de derecho". No fue una casualidad que la
expresión se popularizara alrededor de 1970 y en primer lugar precisamente en Italia. En muchos
terrenos incluso se hacen leyes a fin de que sean burladas, precisamente por aquellos que
disponen de todos los medios. En algunas circunstancias, la ilegalidad —por ejemplo en torno al
comercio mundial de toda clase de armamentos y, más a menudo, en lo relativo a productos de la
más alta tecnología— no es más que un apoyo de la operación económica, que será tanto más
rentable. Hoy en día muchos negocios son necesariamente deshonestos como el siglo, y no como
lo eran en otras épocas los que practicaban, por series claramente delimitadas, quienes habían
escogido las vías de la deshonestidad.
A medida que aumentan las redes de promoción-control para dirigir y apoderarse de los sectores
explotables del mercado, se acrecienta también el número de servicios personales que no pueden
ser rechazados por quienes están al corriente y antes no han rechazado su ayuda, y no siempre se
trata de policías o guardianes de los intereses o la seguridad del Estado. Las complicidades
funcionales se extienden lejos y durante mucho tiempo, pues sus redes disponen de todos los
medios para imponer esos sentimientos de reconocimiento o de fidelidad que, desgraciadamente,
siempre han sido tan raros en la actividad libre de los tiempos burgueses.
Siempre se aprende algo del adversario. Hay que creer que también miembros del Estado han
leído las observaciones del joven Lucács sobre los conceptos de legalidad e ilegalidad, en el
momento en que han tenido que asistir al paso efimero de una nueva generación de lo negativo -
Homero dijo que "una generación de hombres pasa tan rápido como una generación de hojas"-.
Desde entonces, la gente de Estado, al igual que nosotros, ha podido dejar de embrollarse con
cualquier tipo de ideología sobre esta cuestión; y ciertamente, las prácticas de la sociedad
espectacular no favorecían en absoluto las ilusiones ideológicas de este género. En cuanto a
nosotros, finalmente se podrá concluir que lo que a menudo nos ha impedido encerrarnos en una
sola actividad ilegal es que hemos tenido muchas.
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