martes, 22 de agosto de 2017

Clase política, burguesa y obrera.



La cara amable del sistema de dominación, los políticos y los partidos (mediadores entre el Capital y la clase obrera de base) que dicen velar por los intereses de sus ciudadanos o súbditos, protagonizan la comedía que les corresponde para afianzarse en el poder y simular la protección de la población ante los posibles desmanes y abusos de los capitalistas, de manera que la defensa de los intereses de la clase trabajadora queda reducida por los intereses de la clase política que está cada vez en mayor medida al servicio de la clase burguesa que es la que ostenta los medios de producción y por lo tanto la fuerza productiva que ponen en funcionamiento el mercado y que rige el sistema de dominación capitalista.

En este contexto el hombre político es el hombre económico, el que pone a su disposición su fuerza de trabajo para venderla en el mercado laboral y de este modo se vaya fortaleciendo cada más el sistema de dominación.

No puede haber un clase política que regule la economía entre la clase burguesa y la obrera porque aquella queda sometida a la competitividad del mercado internacional de los capitalistas. De manera que la clase política está a merced de la clase burguesa y la clase obrera al servicio de la clase política y burguesa para poder competir con las otras clases internacionales en el mercado global.

La meritocracia se circunscribe dentro de los mejores tecnócratas, economistas y altos funcionarios al servicio del Capital para aumentar la producción y la acumulación de mercancías y dinero, para este menester necesita de mano de obra barata y de este modo competir en el mercado internacional, rebajando los salarios y aumentado las horas de trabajo de los obreros de base y fomentando la competitividad entre ellos.

La agresividad y la violencia que fomenta el sistema para extraer el mayor rendimiento entre sus súbditos queda reafirmada por la productividad de la fuerza productiva de mercancías y bienes que pone en funcionamiento el Capital privado y las normas y leyes que lo amparan bajo el consentimiento de la clase política que debe defender sus intereses para competir en el mercado nacional e internacional al servicio del máximo consumo mundial entre la sociedad.

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