viernes, 24 de marzo de 2017

Trabajo asalariado, tecnología y voluntad de poder.


                         Psicología del sistema de dominación: dicotomías del trabajo asalariado.

Empleado: Bueno. ¿Sentirse realizado?; en muy pocos casos. Ganarse la vida; sí, pero a costa de ¿cuanta destrucción, dolor y sufrimiento, merece la pena?
Desempleado: Malo. Hay que rehabiltar, reinsertar, reeducar si se puede corregir en la medida de las posibilidades al trabajador, y si es un inadaptado, hay que convertirlo en un ocioso y un parásito o en el peor de los casos un vicioso e inútil al sistema de dominación y a la ¿sociedad?, es decir, en basura.
En definitiva, el sistema de dominación pese a quien pese premia a los más adaptados y culpabiliza, criminaliza, anula y aniquila a los menos adaptados.
El sistema de dominación sólo valora al sujeto por lo que produce y en mayor medida por lo que consume. En cuanto deja de producir y sobretodo de consumir se convierte en un estorbo, un deshecho que debe ser eliminado.

La racionalidad en la productividad del trabajo asalariado sustituye en general la irracionalidad en el consumo (debido a la propaganda capitalista), a mayor productividad, mayor consumo y despilafarro en el proletariado, sin salario éste queda a merced del dictamen de la burguesía y el Estado que ponen precio a su fuerza de trabajo según las circunstancias en las que se halle y la capacidad de los mecanismos y medios -tecnológicos y de comunicación- que dispongan para manipularlo (grado de sumisión), a menor salario (pobreza) por la venta de su trabajo, más explotación, sumisión, y plusvalía (riqueza) para el patrono y el Estado.

La revolución industrial y tecnológica no es un proceso que responde a una autonomía social, sino un proceso impuesto por el Estado moderno que junto con el Capital sirvió para consolidar el sistema de dominación. El progreso como modernización de las sociedades responde a un proceso de acumulación de Capital a partir de las crisis sistémica, guerras, desastres ecológicos que provoca el sistema. Y que concentra cada vez más riqueza en pocas manos y mas pobreza y miseria en la mayoría de la sociedad. Una sociedad capitalista nunca podrá ser una sociedad igualitaria y por lo tanto libre.

El poder corrompe porque su fin es el dominio, no libera al dominador, al contrario, depende del dominado para ser dominador, se ata al dominado para darle sentido a su existencia al carecer de auto-estima y por lo tanto de amor. Donde hay poder no hay amor.

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