El progreso de la técnica y tecnología por parte del Estado y el Capital obedece a fórmulas de dominación cada vez más sofisticadas que repercuten en la sociedad dividiéndola en tres clases en general: obreros cualificados (los mejor adaptados al sistema), los imprescindibles para la patronal y el Estado, los obreros semicualificados que responden al perfil del ciudadano medio (unas vez prescindibles y otras no, dependiendo de la producción del mercado global) y por último el obrero no cualificado, éste prescindible para el sistema y trabajando en ocasiones o puntualmente como mano de obra barata, neolumpenproletariado.
La proporción total de asalariados trabajando para el sistema de dominación según Niño Becerra sería la siguiente: 1/3 o el 33% en cada clase social descrita, en mi opinión bastante aproximada a la situación actual si lo comparamos por ejemplo con las datos en el Estado español.
El uso de la técnica o la tecnología no podrá ser un medio hasta que no deje de ser un fin en si mismo para el hombre, cuando el aparato tecnológico se convierte en un fin para el hombre, éste se vuelve autónomo, se separa del servicio que había prestado y ayudado ha su creador y sirve a unos fines concretos como la eficiencia y el rendimiento máximo que puede extraerse de su utilización.
Cuando la técnica pase a ser de dominio exclusivo del individuo o la sociedad y la de sus necesidades (que no beneficios) ya no podrá ser utilizada por una élite como herramienta de dominación ya sea económica o propagandística (social), el uso de la técnica como fin por parte de una clase dirigente no es una apropiación en si misma de aquella sino más bien es la consecuencia del consenso de la sociedad en el uso de la técnica o del aparato tecnológico como fin dado, concreto e independiente de la sociedad y que sirve a los que se benefician de su utilización, es decir, al Estado y al Capital.
La paradoja totalmente irracional, incoherente y contradictoria de los procesos migratorios que se dan el mundo consecuencia del sistema dominación capitalista provocan constantes desplazamientos por parte de los trabajadores asalariados que repercuten en su vida social y económica, por lo tanto la movilización de la fuerza de trabajo y los medios de producción debido a la mundialización del Capital ofrece a los Estados una herramienta más para subyugar al asalariado que al verse impedido de trabajo como forma de subsistencia tiene que desplazarse, de manera que las relaciones sociales que se podían dar en su tierra de origen quedan rotas al emigrar a otros lugares. En esta coyuntura la lucha de clases queda disuelta.
La movilización del Capital por todo el mundo responde a intereses estratégicos que la clase dirigente lleva a cabo con sumo detalle y estudio para acaparar todos los recursos naturales del planeta y maximizar los beneficios económicos que produce y reproduce el trabajo asalariado de manera que, por medio del salario medio o el salario mínimo interprofesional de cada país puedan obtener la mano de obra más barata para la producción de mercancías a bajo coste.
Por lo tanto, dejando aparte los conflictos bélicos que provocan por ejemplo los países más "ricos" y desarrollados técnicamente en el continente africano para la adquisición de sus recursos, el fenómeno de la inmigración a nivel mundial corresponde a la lucha por la supervivencia que impone el sistema de dominación capitalista a los trabajadores o a la clase obrera desposeída evidentemente de sus medios de producción y que tiene que competir de manera cada vez más feroz, brutal y despiadada con sus compañeros trabajadores para conseguir unas migajas también más reducidas del pastel que se reparten entre la burguesía y los funcionarios del Estado, ahora bien, la competitividad fomentada y desarrollada por el sistema Capitalista repercute también entre las grandes multinacionales y los bancos que compiten por y para la maximización de beneficios que regula el Estado o los Estados más poderosos para la consecución del poder total como fin único sobre la población mundial a partir entre otros factores del progreso de la técnica y la atomización del individuo.
Y mal apaño tiene todo esto, porque nos tienen lo suficientemente ocupados entre el trabajo y los medios de ocio, como para que muy pocos sean los que estén dispuestos a invertir algo de tiempo y mucho menos esfuerzo en que algo cambie.
ResponderEliminarPues sí, el trabajo asalariado y el entretenimiento de los medios de comunicación forman parte de la gran estrategía de dominación que dirige la élite de poder. Supongo que siempre habrá gente más implicada o menos en un posible proceso revolucionario, dependerá del grado de conciencia de cada uno.
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