lunes, 19 de agosto de 2013
Un díalogo sobre la violencia en la sociedad.
Carlos: El hecho es que miles de años después de la consolidación de la especie, se sigue esperando esa toma de conciencia que probablemente sea inalcanzable, al menos de un modo generalizado. Siempre se podrá decir que se han dado muestras de progreso, comparando nuestra época con otras, pero en todo caso dependerá de la región (todavía hoy se jalean lapidaciones, por ejemplo) y del prisma que apliquemos: son justificados, asépticamente, el pillaje y el genocidio cuando conviene.
Aparte la historia no es lineal, como defendía Marx, sino circular. Y estos tiempos, este amanecer del siglo XXI, tiene, o eso me parece a mí, bastante de involución, de retroceso.
La violencia es una fuerza generada por dos motores básicos: 1) la frustración, 2) el dominio (la voluntad de poder). La primera causa es exculpable; la segunda sólo podría combatirse atacando precisamente toda estructura de poder. O cuanto menos "democratizando" dicho poder. Desde el momento en que se consolida el poder, o degenera en tiranía, la violencia es la consecuencia lógica de su mantenimiento.
En toda estructura de poder despótica (si bien toda estructura de poder tiende al despotismo) urge reprimir (y la violencia es el instrumento natural de la represión) a todos aquellos que, perjudicados por haber sido ubicados en la base de la pirámide social o socio-económica, reclaman un día sus "derechos". Otra cosa es que en la época en que nos toca vivir la violencia se haya disfrazado de múltiples maneras, y se llame "violentos" precisamente a los que se rebelan abiertamente contra la tiranía silenciosa
Albert: Sí, el concepto de la no-violencia es muy difícil de admitir por todo lo que podría conllevar, al tener el hombre una real interpendencia a nivel social y económica con el prójimo, de todos modos no podemos banalizar la violencia para hacer uso de ella ciuando nos pudiera interesar, el problema a día de hoy es que la violencia ya forma parte de las relaciones convivenciales entre los hombres practicamente en todo el mundo, ya sea de una forma u otra y a distintos niveles.
El concepto o mejor dicho el ideal de la no-violencia como diría Krishnamurti, lo que existe realmente es la violencia, el problema entonces es sumamente grave cuando las relaciones son violentas, porque significa que la inmesa mayoría (sino todas) de las relaciones que tenemos o que en el futuro tengamos también van a ser violentas.
En este último comentario me refería a la violencía psicológica, no podemos destacar y significar la violencia sólo cuando hacemos referencia a guerras o conflictos armados.
La violencia psicológica y física se manifiesta en distintos planos según las circunstancias relacionales en las que se halle el individuo en cada momento y sujetas a condicionantes internos y externos (aunque acaben desarrollándose en mayor medida los externos por distintos tipos de interés individual del hombre), inducido también por las reglas que se establezcan (ejecutadas por un líder o jefe) en el grupo y por el entorno y el ambiente de convivencia del mismo.
Carlos: Las relaciones serán más violentas (física o psicológicamente) cuanto más jerarquizada esté la sociedad. Por esta razón, en esta época nuestra de regresión al llamado "capitalismo salvaje", impera la violencia. Un nivel de competitividad rayano en lo enfermizo, un particularismo atroz, llevado incluso al extremo de la neurosis, determinan una sociedad violenta. Quiero decir que a medida que el capitalismo involuciona hacia su manifestación más agresiva, más polarizada está la sociedad (como consecuencia lógica de la acumulación de capital en menos manos y de la extensión de la pobreza en más amplias capas sociales), lo que conduce irremisiblemente a un mundo cada vez más violento. Y en un contexto así, la toma de conciencia equivale a echarle azúcar al océano desde la orilla intentando que el agua se vuelva dulce. En un sentido ético es algo irreprochable, pero en un sentido práctico, resulta totalmente inútil. Capitalismo y violencia son las dos caras de la misma moneda.
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