miércoles, 19 de diciembre de 2012

La vida como una lucha de Egos.

                       Cuando vivir se convierte en una guerra de todos contra todos




En ensencia si las relaciones que se dan en el sistema capitalista son de poder, es porque hay un temor o miedo psicológico que imbuye al individuo a adoptar estrategias de conservación en el medio en el que habita. Sería como la de atacar antes de ser atacado, es decir, ser el cazador antes que la presa o el dominador antes que el dominado.
Si las relaciones humanas a día de hoy basicamente son las de dominador-dominado, es porque el hombre busca ser el ganador en este juego en el que se convierte la vida y en este caso las relaciones en general.
Lo que significa es que las relaciones que se producen en la gran mayoría de los casos, es por el interés particular que por cooperación mutua, y que la vulnerabilidad psicológica del individuo es la que determinará su pensamiento, que lo condicionará en una lucha constante con el prójimo al hallarlo un adversario de sus intereses particulares.
La vulnerabilidad psicológica, o los miedos y temores causantes de los conflictos internos del sujeto, determinarán su conducta. Esta conducta será de agresividad ante cualquier peligro que se produzca, la agresividad es un componente psicológico que sirve de base para la competencia que en esencia es violancia entre los hombres. La idea que tiene el individuo de auto-conservación es la de ser el dominador en las relaciones que se den en el sistema, se trata en todo caso de no perder la imagen o el ego o lo que se llama rol en el juego que se ha convertido las relaciones, perder la imagen creada o el rol significa ser el dominado y el perdedor o fracasado.
La lucha entonces pasa a un primer plano en las relaciones, confrontando al hombre en una guerra sin fin con sus semejantes y anulando el espíritu de cooperación convivencial que se pueda dar.
Es entonces cuando la vida para el hombre se convierte en una lucha de egos o una guerra de todos contra todos para poder sobrevivir.



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