miércoles, 28 de marzo de 2012

El fin del trabajo (1995) Jeremy Rifkin



Pequeño extracto:


La producción de alimentos basada en el cultivo de tejidos celulares en espacios cerrados eliminará millones de puestos de trabajo en cualquiera de las diferentes especialidades agrícolas. Además de hacer que la mayoría de los granjeros sean despedidos, aunque un pequeño porcentaje de ellos seguirán siendo necesarios para gestionar las cosechas de biomasa, la producción de alimentos en proceso continuo eliminará puestos de trabajo en las industrias auxiliares relacionadas con el sector agrícola, incluyendo los fabricantes de maquinaria agrícola y los de sistemas de transporte a largas distancias. Las ventajas, argumentan los defensores de la producción mediante los cultivos de tejidos celulares, incluyen la reducción en el uso de la tierra, una menor erosión, menores cantidades de productos químicos con fines agrícolas, y un menor consumo de energía y menores costes de transporte. La producción continua en el laboratorio también implica que ésta puede ser regulada en función de la demanda diaria de los mercados y no dependerá de las íncertidumbres derivadas de la climatología, de los cambios estacio-nales y de las influencias políticas. Con los nuevos procesos en el laboratorio, las multinacionales estarán en condiciones de ejercer un mayor control económico sobre los mercados mundiales, con menores riesgos para ellas. El control de los genes en el laboratorio es mucho menos problemático, y mucho más factible, que el control del clima, de la tierra y de los trabaja-dores en un país del tercer mundo. La revista Food Technology resumía las ventajas económicas y tecnológicas de los planteamientos revolucionarios en la producción de alimentos: «Muchos de los sabores y productos que consumimos proceden de tierras remotas del globo, en las que la inestabilidad política de los gobiernos o los caprichos de la climatología producen problemas con la demanda, con los costes o con la calidad del producto, de temporada en temporada. En una planta de producción por cultivos de te-jidos, todos los parámetros... pueden ser controlados».59 La era de la producción de alimentos siguiendo procedimientos tradicionales está a punto de terminar en las próximas décadas, dado que las empresas químicas, farmacéuticas y de biotecnología son capaces de sustituirla por producción basada en el cultivo de tejidos moleculares, con significativas reducciones en los precios de los productos en los mercados mundiales. El impacto económico sobre los granjeros, en especial los del tercer mundo, puede ser catastrófico. Muchas naciones del tercer mundo dependen de la venta de uno o dos productos clave para su subsistencia. La sustitución re-presentará el colapso de hecho de las economías nacionales, con sus conse-cuencias sobre el desempleo, un desempleo sin precedentes, y sus proble-mas para devolver préstamos internacionales, lo que, a su vez, podrá llevar a la desestabilización de la banca comercial internacional y a la quiebra de bancos en las diferentes naciones del primer mundo industrializado.

Los recientes avances tecnológicos en el mundo de la agricultura prometen considerables incrementos en la productividad y sensibles reducciones en los requisitos de mano de obra, mucho más espectaculares que los que se puedan haber dado en cualquier otra revolución tecnológica en la historia de la humanidad. El precio, desde el punto de vista del hombre, del progreso económico será el hambre. Cientos de millones de agriculto-res en todo el mundo deben enfrentarse a la posibilidad de su eliminación permanente del proceso económico. Su marginalización podrá llevar a dis-turbios sociales a escala global y a la reorganización de la vida social y po-lítica siguiendo unas líneas radicalmente distintas en el siglo venidero. El espectro de los agricultores, labradores y granjeros del mundo, desempleados e irrelevantes por obra y gracia de la revolución informática y de la biotecnología, es algo que no deja de ser seriamente preocupante. Aún más crítico será para los sectores manufacturero y de servicios, que han sido los que, de forma tradicional, han absorbido a los trabajadores rurales, puesto que aquéllos, a su vez, también llevan su propia revolución tecnológica, elimi-nando millones de puestos de trabajo a partir de procesos de reingeniería y de la creación de entornos de trabajo altamente automatizados. Las empresas internacionales entran en una era de rápidas comunicaciones, de prácti-cas de producción racionalizada, de marketing just-in-time y de operaciones de distribución crecientemente relacionadas con las consecuencias sobre los puestos de trabajo ocupados por los que podemos empezar a denominar trabajadores de «cuello de silicona».

* La mayor parte de la masa laboral queda relegada y no será capaz de llegar a reponerse de las consecuencias de la nueva economía global basada en las tecnologías punta.

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