miércoles, 25 de enero de 2012

Human Remains (1998) Jay Rosenblatt

Human Remains es un documental inquietante que ilustra la banalidad del mal mediante la creación de retratos íntimos de cinco de los dictadores más vilipendiados del siglo XX. La película presenta la vida personal de Adolf Hitler, Benito Mussolini, Joseph Stalin, Francisco Franco y Mao Tse Tung. Nos enteramos de los detalles privados y mundanos de la vida cotidiana - sus alimentos favoritos, las películas, los hábitos y preferencias sexuales. No hay ninguna mención de su vida pública o de su lugar en la historia. La omisión intencionada de los horrores de los que estos hombres fueron responsables se cierne sobre la película.



Human Remains se refiere a este horror desde un ángulo completamente diferente. La ironía e incluso el humor ocasional se encuentran dispersos a lo largo del documental. Esta película oscura, poética, basada totalmente en hechos reales, combina creativamente citas directas e investigación biográfica. Aunque se basa en personajes históricos, Human Remains es contemporáneo en sus implicaciones y, finalmente, invita al espectador a enfrentarse a la naturaleza del mal. (FILMAFFINITY)



Dejo una copia de este documental por el interés biográfico de los dictadores más déspotas del siglo XX, merece la pena verlo....

Enlace emule: "Human Remains"

martes, 17 de enero de 2012

Cien dias en Palermo. (1984) Giuseppe Ferrara




En la primavera de 1982, el General Dalla Chiesa podría haberse retirado. Su persecución implacable al terror le había convertido en el hombre más popular de Italia. Pero una nueva guerra había empezado en Palermo, las familias mafiosas habían iniciado una ola de asesinatos entre ellos, así como contra el gobierno italiano en las personas de jueces, magistrados y oficiales de policía.

Enlace emule: "Cien diad en Palermo"
Enlace  subtítulos castellano: CDP

Gracias a  Strigoyu por el aporte.


lunes, 16 de enero de 2012

Cómo se forma la “opinión pública”- Pierre Bourdieu

Por su interés publico este texto.

¿Cuál es el proceso por el cual la opinión de una minoría se transforma en la opinión pública? Eso es lo que explica el sociólogo Pierre Bourdieu en este curso sobre el Estado dictado en 1990 en el Collège de France.



 Un hombre oficial es un ventrílocuo que habla en nombre del Estado: toma una postura oficial –habría que describir la puesta en escena de lo oficial–, habla a favor y en nombre del grupo al que se dirige, habla por y en nombre de todos, habla en tanto representante de lo universal.
Aquí llegamos a la noción moderna de opinión pública. ¿Qué es esta opinión pública que invocan los creadores de derecho de las sociedades modernas, sociedades en las cuales el Derecho existe? Tácitamente, es la opinión de todos, de la mayoría o de aquellos que cuentan, de aquellos que son dignos de tener una opinión. Pienso que la definición patente en una sociedad que se dice democrática, es decir donde la opinión oficial es la opinión de todos, oculta una definición latente, a saber, que la opinión pública es la opinión de los que son dignos de tener una opinión. Hay una especie de definición censitaria de la opinión pública como opinión ilustrada, como opinión digna de ese nombre.
La lógica de las comisiones oficiales es crear un grupo así constituido que exhiba todos los signos exteriores, socialmente reconocidos y reconocibles, de la capacidad de expresar la opinión digna de ser expresada, y en las formas establecidas. Uno de los criterios tácitos más importantes para seleccionar a los miembros de la comisión, en especial a su presidente, es la intuición que tiene la gente encargada de componer la comisión de que la persona considerada conoce las reglas tácitas del universo burocrático y las reconoce: en otras palabras, alguien que sabe jugar el juego de la comisión de manera legítima, que va más allá de las reglas del juego, que legitima el juego; nunca se está más en el juego que cuando se va más allá del juego. En todo juego existen las reglas y el fair-play. A propósito del hombre kabil (1), o del mundo intelectual, yo había empleado la fórmula: la excelencia, en la mayoría de las sociedades, es el arte de jugar con la regla del juego, haciendo de ese juego con la regla del juego un supremo homenaje al juego. El transgresor controlado se opone completamente al herético.
El grupo dominante coopta miembros a partir de índices mínimos de comportamiento, que son el arte de respetar la regla del juego hasta en las transgresiones reguladas de la regla del juego: el decoro, la compostura. Es la célebre frase de Chamfort: “El Gran Vicario puede sonreír sobre un tema contra la Religión, el Obispo reír con ganas, el Cardenal agregar lo que tenga que decir” (2). Cuanto más se asciende en la jerarquía de las excelencias, más se puede jugar con la regla del juego, pero ex officio, a partir de una posición que no admita ninguna duda. El humor anticlerical del cardenal es supremamente clerical.

La verdad de todos

La opinión pública siempre es una especie de doble realidad. Es lo que no puede dejarse de invocar cuando se quiere legislar sobre terrenos no constituidos. Cuando se dice “Hay un vacío jurídico” (expresión extraordinaria) a propósito de la eutanasia o de los bebés de probeta, se convoca a gente que trabajará aplicando toda su autoridad. Dominique Memmi (3) describe un comité de ética [sobre la procreación artificial], compuesto por personas disímiles –psicólogos, sociólogos, mujeres, feministas, arzobispos, rabinos, eruditos, etc.– cuyo objetivo es transformar una suma de idiolectos (4) éticos en un discurso universal que llene un vacío jurídico, es decir que aporte una solución oficial a un problema difícil que trastorna a la sociedad –legalizar el alquiler de vientres, por ejemplo–. Si se trabaja en ese tipo de situación, debe invocarse una opinión pública. En ese contexto, resulta muy clara la función impartida a las encuestas. Decir “las encuestas están de nuestra parte”, equivale a decir “Dios está de nuestra parte”, en otro contexto.
Pero el tema de las encuestas es engorroso, porque a veces la opinión ilustrada está contra la pena de muerte, mientras que los sondeos están más bien a favor. ¿Qué hacer? Se forma una comisión. La comisión constituye una opinión pública esclarecida que instituirá la opinión ilustrada como opinión legítima en nombre de la opinión pública –que, por otra parte, dice lo contrario o no piensa nada (lo que suele ocurrir a propósito de muchos temas)–. Una de las propiedades de las encuestas consiste en plantearle a la gente problemas que ella no se plantea, en sugerir respuestas a problemas que ella no se ha planteado; por lo tanto, a imponer respuestas. No es cuestión de sesgos en la construcción de las muestras, es el hecho de imponer a todo el mundo preguntas que se le formulan a la opinión ilustrada y, por este hecho, producir respuestas de todos sobre problemas que se plantean sólo algunos; por lo tanto dar respuestas ilustradas, puesto que han sido producidas por la pregunta: se han creado para la gente preguntas que no existían para ella, cuando lo que realmente le importaba, era la cuestión en sí.
Voy a traducirles sobre la marcha un texto de Alexander Mackinnon de 1828 extraído de un libro de Peel sobre Herbert Spencer (5). Mackinnon define la opinión pública; da la definición que sería oficial si no fuera inconfesable en una sociedad democrática. Cuando se habla de opinión pública, siempre se juega un doble juego entre la definición confesable (la opinión de todos) y la opinión autorizada y eficiente que se obtiene como subconjunto restringido de la opinión pública democráticamente definida:
“Es ese sentimiento sobre cualquier tema que es cultivado, producido por las personas más informadas, más inteligentes y más morales de la comunidad. Esta opinión se extiende gradualmente y es adoptada por todas las personas con alguna educación y sentimiento que conviene a un Estado civilizado”. La verdad de los dominantes deviene la de todos.

Cómo legitimar un discurso

En los años 1880, en la Asamblea Nacional se decía abiertamente lo que la sociología tuvo que redescubrir, es decir, que el sistema escolar debía eliminar a los niños de las clases más desfavorecidas. Al principio se planteaba la cuestión, pero luego fue totalmente reprimida ya que, sin que se lo pidiera, el sistema escolar se puso a hacer lo que se esperaba de él. Entonces, no hubo necesidad de hablar sobre el tema. El interés del retorno sobre la génesis es muy importante, porque en los comienzos hay debates donde se dicen con todas las letras cosas que, después, aparecen como provocadoras revelaciones de los sociólogos.
El reproductor de lo oficial sabe producir –en el sentido etimológico del término: producere significa “hacer avanzar”–, teatralizándolo, algo que no existe (en el sentido de lo sensible, visible), y en nombre de lo cual habla. Debe producir eso en nombre de lo que tiene el derecho de producir. No puede no teatralizar, ni dar forma, ni hacer milagros. Para un creador verbal, el milagro más común es el milagro verbal, el éxito retórico; debe producir la puesta en escena de lo que autoriza su decir, dicho de otra manera, de la autoridad en nombre de la cual está autorizado a hablar.
Encuentro la definición de la prosopopeya que estaba buscando: “Figura retórica por la cual se hace hablar y actuar a una persona que es evocada, a un ausente, a un muerto, un animal, una cosa personificada”. Y en el diccionario, que siempre es un formidable instrumento, se encuentra esta frase de Baudelaire hablando de la poesía: “Manejar sabiamente una lengua es practicar una especie de hechicería evocatoria”. Los letrados, los que manipulan una lengua erudita –como los juristas y los poetas–, tienen que poner en escena el referente imaginario en nombre del cual hablan y que ellos producen hablando en las formas; tienen que hacer existir eso que expresan y aquello en nombre de lo cual se expresan. Deben simultáneamente producir un discurso y producir la creencia en la universalidad de su discurso mediante la producción sensible (en el sentido de evocar los espíritus, los fantasmas –el Estado es un fantasma…–) de esa cosa que garantizará lo que ellos hacen: “la nación”, “los trabajadores”, “el pueblo”, “el secreto de Estado”, “la seguridad nacional”, “la demanda social”, etc.
Percy Schramm mostró cómo las ceremonias de coronación eran la transferencia, en el orden político, de ceremonias religiosas (6). Si el ceremonial religioso puede transferirse tan fácilmente a las ceremonias políticas mediante la ceremonia de la coronación, es porque en ambos casos se trata de hacer creer que hay un fundamento del discurso que sólo aparece como auto-fundador, legítimo, universal porque hay teatralización –en el sentido de evocación mágica, de brujería– del grupo unido y que consiente el discurso que lo une. De allí el ceremonial jurídico. El historiador inglés E. P. Thompson insistió en el rol de la teatralización jurídica en el siglo XVIII inglés –las pelucas, etc.–, que no puede comprenderse en su totalidad si no se considera que no es un simple artefacto, en el sentido de Pascal, que vendría a agregarse: es constitutiva del acto jurídico (7). Impartir justicia en un traje convencional es arriesgado: se corre el riesgo de perder la pompa del discurso. Siempre se habla de reformar el lenguaje jurídico sin nunca hacerlo, porque es la última de las vestiduras: los reyes desnudos ya no son carismáticos.

Puro teatro

Una de las dimensiones más importantes de la teatralización es la teatralización del interés por el interés general; es la teatralización de la convicción del interés por lo universal, del desinterés del hombre político –teatralización de la creencia del sacerdote, de la convicción del hombre político, de su fe en lo que hace–. Si la teatralización de la convicción forma parte de las condiciones tácitas del ejercicio de la profesión del clérigo –si un profesor de filosofía tiene que aparentar creer en la filosofía–, es porque ello constituye el homenaje esencial del oficial-hombre a lo oficial; es lo que hay que agregarle a lo oficial para ser un oficial: hay que agregar el desinterés, la fe en lo oficial, para ser un verdadero oficial. El desinterés no es una virtud secundaria: es la virtud política de todos los mandatarios. Las locuras de los curas, los escándalos políticos, son el desmoronamiento de esta especie de creencia política en la cual todo el mundo actúa de mala fe, ya que la creencia es una suerte de mala fe colectiva, en el sentido sartreano: un juego en el cual todo el mundo se miente y miente a los otros sabiendo que se mienten. Esto es lo oficial…

1. Alusión a un estudio etnológico que Bourdieu realizó sobre los beréberes kabiles.
2. Nicolas de Chamfort, Maximes et pensées, París, 1795.
3. Dominique Memmi, “Savants et maîtres à penser. La fabrication d’une morale de la procréation artificielle”, Actes de la recherche en sciences sociales, Nº 76-77, 1989, p. 82-103.
4. Del griego idios, “particular”: discurso particular.
5. John David Yeadon Peel, Herbert Spencer. The Evolution of a Sociologist, Londres, Heinemann, 1971. William Alexander Mackinnon (1789-1870) tuvo una larga carrera como miembro del Parlamento británico.
6. Percy Ernst Schramm, Der König von Frankreich. Das Wesen der Monarchie von 9 zum 16. Jahrhundert. Ein Kapital aus Geschichter des abendlischen Staates (dos volúmenes), H. Böhlaus Nachf, Weimar, 1939.
7. Edward Palmer Thompson, “Patrician society, plebeian culture”, Journal of Social History, vol. 7, Nº 4, Berkeley, 1976, p. 382-405.

* Sociólogo (1930-2002). Este texto se extrajo de Sur l’Etat. Cours au collège de France 1989-1992, Raisons d’Agir – Le Seuil, París, que aparecerá el 5 de enero.


Fuente:  http://www.eldiplo.org/notas-web/como-se-forma-la-opinion-publica

viernes, 6 de enero de 2012

Wild Rovers (1971) Blake Edwards.


Tras la muerte accidental y absurda de un compañero durante el trabajo, por el que cobran un sueldo miserable, dos excelentes vaqueros, uno joven y otro maduro, deciden atracar un banco. Huyendo de la justicia y perseguidos por una cuadrilla dirigida por el hijo mayor de su antiguo jefe, se darán cuenta de que han cometido un error. (FILMAFFINITY)

Magnífico wenstern de Blake Edwards en estado de gracia.

Enlace emule:  "Wild Rovers"
Cortesía de Halbibo



miércoles, 4 de enero de 2012

El sufrimiento como base del conflicto humano.

                                                              Tristeza y Felicidad.    


    
Cuando hablo de sufrimiento voy a desarollarlo específicamente en el campo psicológico, ya que el físico pertenece a  otro plano y no al  del sufrimiento, sino el del dolor causado por una enfermedad u otro tipo de manifestación física del organismo.
Para empezar la pregunta clave es ¿por qué sufrimos?, el sufrimiento básicamente procede de la inseguridad, de una inseguridad que por un lado nos invade interiormente, es decir, es intrínseca, o también podemos sentirnos inseguros por un futuro incierto, desconocido y por lo tanto cambiante, que puede alterar y modificar nuestra forma de vida, nuestras costumbres y también nuestra conducta. La vulnerabilidad psicológica es proporcional al sufrimiento, cuanto más sufrimos mayor es nuestra vulnerabilidad psicológica, y nuestra inseguridad también  aumenta con lo que los conflictos en base a desordenes psicológicos (patologías de todo tipo), están presentes en nuestro pensamiento. La capacidad de reacción ante los conflictos psicológicos debe de ser observada por el individuo que las padece, dicho de otra forma, tenemos que dejar de pensar en porque nos sentimos afligidos, las causas que nos hacen padecer estados aparentes de desequilibrio y desorden son una proyección de nuestra conciencia que se ve sometida al pensamiento, por eso el pensamiento es la raíz del conflicto que nos invade en cada momento. Por ejemplo, la tristeza puede derivar en sufrimiento, porque el pensamiento le ha dado prioridad a una imagen de un recuerdo que tenemos almacenada en nuestra memoria que nos aflige constantemente, cuando ésta imagen es constante y obsesiva puede originar una depresión dependiendo de la intensidad de la misma, por otro lado cuando la alegría nos conquista lo hace por otros mecanismos que no provienen del pensamiento, éstos derivan de la espontaneidad y de la inocencia, de la naturalidad, y nos sumerge en la felicidad. Como vemos en este ejemplo la capacidad para optar entre dos estados de ánimo depende en la mayoría de los  casos del individuo, y no de las circunstancias en las que se halle en cada momento.

domingo, 1 de enero de 2012

Bamako (2006) Abderrahmane Sissako VOS





 
Melé canta en un bar, su marido Chaka está en el paro y la pareja está a punto de romper. El patio de la casa que comparten con otras familias se ha convertido en una sala de juicios: portavoces de la sociedad civil africana acusan al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional de los males que afligen a África. Y mientras se suceden las declaraciones de acusadores, defensores y testigos, la vida en el patio continúa. Chaka no parece muy preocupado por este deseo insólito de África de luchar por sus derechos. (FILMAFFINITY)

Enlace emule: "Bamako"