La conciencia no
tiene memoria.
Entendemos y percibimos el mundo a través de nuestros
sentidos y de los conocimientos que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra
vida, esta es la realidad de nuestra conciencia.
Nuestro cerebro es el que nos da la percepción de la
realidad, el que ha ido acumulando todos los conocimientos adquiridos, es la
materia que tiene memoria, la que nos sirve para poder entendernos y
expresarnos, para crear y destruir, el que rige todo el movimiento psicológico
de los pensamientos, en fin, el hardware en el que han sido instalados los
programas (instintos) y al que también se le van añadiendo durante toda nuestra
existencia (creencias, ideologías, religiones, costumbres, tradiciones etc).
He de decir que en este caso cuando hablo de conciencia me
referiré a la conciencia universal, que es inmortal, no tiene memoria, no
entiende tampoco concepto de tiempo y tampoco de espacio, pertenece al no
movimiento que está implícito dentro del mismo movimiento.
La vida, nuestra existencia tal como la concebimos es la que
forma parte del movimiento continuo, podemos observarlo en el movimiento de los
cuerpos celestes en el espacio, aquí en la Tierra, también esta presente en la
Naturaleza, el mar, en los ríos, etc.
También está presente en nosotros como por ejemplo el latido del corazón y en
nuestro movimiento psicológico.
La muerte que es el negación de la vida tal como la
concebimos, es el cese de todo el movimiento psicológico y celular de nuestro
organismo, el “no-movimiento”, pero observaremos que “nuestra” conciencia no puede morir, ya
que forma parte integral de un todo, de un sistema que está en constante
movimiento, éste es el universo. La conciencia no tiene ni fin ni principio, la
memoria tiene que tener un fin y un principio porque es la consecuencia de la
existencia, de nuestro cerebro, del pensamiento.
¿Qué es la conciencia universal?
La conciencia universal es el centro en el que se equilibra
todo un sistema de objetos en constante movimiento, la que sirve de referencia
a todo el conjunto para poder ocupar un lugar en el espacio y por ende tener un
orden, por ejemplo el sistema solar, cuyo centro lo tenemos en el Sol, y a
otros objetos celestes girando entorno suyo.
El Sol es el centro y equilibra al sub-sistema dentro del
cosmos que es el gran sistema.
¿A qué viene este escrito?
Mi idea principal es dar a entender que de alguna manera
somos inmortales, para poder ofrecer así otra perspectiva y fenomenología que
tenemos de nuestra existencia y poder así borrar del “hardware” nuestro
instinto más fuerte y el que más energía también tiene, que no es otro que el
instinto de conservación, si nos podemos zafar y logramos “eliminar” dicho
instinto, que es la base y la raíz de todos los problemas podremos adquirir una
nueva concepción de la vida.
Tu argumentación es prácticamente la misma que la expuesta en los 'Upanishad', no sé si por coincidencia o por influencia, pero a los efectos da igual. A mi pesar, estoy en desacuerdo.
ResponderEliminarSi mi existencia no es individual, o dicho de otro modo, si mi individualidad es un espejismo pasajero: ¿de qué me vale saberme eterno en el eterno fluir del cosmos? Si mis experiencias y afectos son parte de un tránsito, si he de acabar fundiéndome en el todo, olvidando, pues, mi memoria personal, los objetos de mi afecto, etc., ¿hasta qué punto sigo siendo yo una vez me haya fundido en el todo?
¿Qué importa más: la eternidad como partícula en el todo o la individualidad como reivindicación de uno mismo, por más pasajera que sea?
Además, aunque algunas tendencias de la sabiduría de la Antigua India no hayan sido superadas en sus argumentaciones lógicas (la propia Física Cuántica se rinde ante Nagarjuna, por más que les duela a los modernos), las tesis que tú estás esgrimiendo, y que coinciden con los 'Upanishad' más que con la Vía Media nagarjuniana, pueden ser replicadas de la siguiente manera (aun acatando por un momento la fusión en el todo de nuestra conciencia individual, o alma, o como se prefiera llamarla): si ese todo es eterno, y todo es, a su vez, un eterno retorno, ¿a qué se debería la pérdida de la memoria de los entes mutables a lo largo de ese ciclo temporal inmutable? ¿Puede considerase inmortal, parte, pues, del todo eterno, una entidad caduca, carente de memoria, de una historia pasada anterior a su existencia? ¿Acaso no demuestra esto el caos absoluto de ese universo infinito, y a su vez el completo absurdo de la propia noción de existencia?
Por un lado, entonces, me encuentro con que los 'Upanishad' no me resuelven mi sed de inmortalidad individual. Por otro, dudo de la propia inmortalidad de un absurdo por definición, a saber, el propio universo, o cosmos, o "todo".
Respecto a la primera objeción, puedo justificarme diciendo que si el mundo es una entidad reflejo de mi conciencia, yo soy el centro del mundo (en realidad cada uno de nosotros es el centro del mundo), de modo que resulta incoherente que siendo yo el eje de la propia concepción de la existencia, pase en breve a no ser más que una partícula difusa en la eternidad, sin memoria y sin identidad individual.
Respecto al segundo punto, sigo la argumentación de Nagarjuna, y acabo negando tanto la materia como el vacío, tanto lo eterno como lo efímero, la existencia y la no existencia, lo que es y lo que no es, el espacio, el tiempo... incluso la conciencia. Y lo hago así: toda entidad ha sido causada por un efecto previo, pues nada nace de la nada, puesto que de la nada no nace nada; no obstante, a su vez, ese efecto previo viene causado por un efecto anterior, y así regresivamente. Llegamos entonces al efecto primigenio, pero siguiendo con este razonamiento, no nos queda otra que reconocer lo absurdo de su noción, puesto que forzosamente tendría que haber sido causado por un efecto todavía anterior. Para resolver el enigma no basta apelar a un original infinito, ya que como todo efecto tiene su causa, debe existir una causa para ese infinito. Sin embargo, dicha causa será, como todas las demás, un efecto provocado por otra causa, pues no es posible que causa y efecto sean lo mismo: es una incongruencia lógica inadmisible.
La conclusión es que no existe ni la mortalidad ni la inmortalidad, pues no son concecibles, y toda noción es fruto de nuestra conciencia, incluidas las nociones de existencia o inexistencia.
Y ya, si me permites una broma, tampoco existen estas letras que, supongo, empezarán a bailar entre la pantalla y tus ojos alucinados. La única aseveración posible en este mundo, por ser la única enteramente lógica, es que "todo es ilusión".
Bueno, tenemos que revisar a que nos referimos y que entendemos por "nada".
ResponderEliminarSi el origen del universo está implícito en la "nada", o como decía Krisnaji en el 0 está todo el contenido de todos los números porque evidentemente tienen que tener un origen (esta idea quizá es dificil de entender).
Otro tema es cómo se "creo" el universo, pero es algo bastante complejo aún, y que están investigando.
Pero mi reflexión iba encaminada a intentar decir que somos inmortales, porque el universo tal como lo conocemos siempre ha existido desde que el hombre tiene conciencia de si mismo. Si formamos parte de un todo, entonces nosotros también perduraremos de alguna manera u otra.
¿No crees?
Todo este rollo, es porque quería remarcar la idea del instinto de conservación, que es el que más nos condiciona, pero parece dificil en según que condiciones "eliminarlo".
ResponderEliminarVamos a ser racionalistas y ojalá que me equivocara, porque en está vida parece que lo único que tenemos son los recuerdos.
ResponderEliminar¿Dónde se concentra la memoria, una vez muertos?
¿En otra forma de conciencia?
En este caso cuando nacemos, algún que otro recuerdo tendría que quedar en el cerebro, pero parece que nacemos sin tener memoria o "tabula rasa".
Es un tema bastante apasionante, pero complejo.
Claro que es apasionante, como que atañe a nuestra razón de existir, aunque yo no creo que exista razón alguna.
ResponderEliminarA tu pregunta sobre si estoy de acuerdo: sí, pero...
Estoy de acuerdo con que, como el todo permanece, y puesto que formamos parte de ese todo, nosotros permanecemos. Pero, ¿cómo entonces no recordamos nada del pasado anterior a nuestra existencia material actual? Es decir, que reconozco que tu argumento es lógico (repito: es el mismo que se esgrime en los 'Upanishad'), pero no creo en él, porque considero sus presupuestos meras ilusiones.
Los griegos, de Pitágoras a Platón, de un modo u otro creían en las reencarnaciones. La excepción fue Demócrito (basándose en la lógica de Leucipo). Y Heráclito de Éfeso, por supuesto, considerando un eterno retorno caracterizado por la perpetua destrucción, única causa de armonía (simbolizada por el "fuego").
Aristóteles se lo puso a huevo a los posteriores cristianos (y monoteístas en general): la causa primera (de la que se derivan los restantes efectos) es el motor primigenio de la existencia, "Dios". Pero he ahí que el tramposo de Aristóteles eludió reflexionar sobre la naturaleza y origen de ese "Dios", puesto que superaba su entendimiento (Aristóteles no vale nada frente a Nagarjuna y los filósofos indios).
Después ya judíos, cristianos, musulmanes... convirtieron a ese "Dios", mezcla de las creencias mesopotámicas, las tesis de Aristóteles y el idealismo platónico en la deidad paternalista (a veces despótica) que conocemos. Como es de esperar, todos ellos (Tomás de Aquino, Mahoma, etc.) naufragan cuando intentan explicar el origen de ese "Dios" padre.
Los hindúes, erre que erre, aiguen defendiendo la reencarnación (coincidiendo con los griegos presocráticos, a los que probablemente influyeron en su día). Pero también son incapaces de explicar el origen, la divinidad (simplemente poetizan) y tampoco abordan la cuestión de la memoria perdida. ¿Acaso alguien ha vuelto del Hades?
Para no extenderme demasiado, iré al grano: yo no creo que seamos inmortales como entidades individuales (ojalá lo creyera). Creo que somos un conjunto aleatorio, arbitrario, de átomos, que colisionan durante un tiempo, en un frágil equilibrio que constituye la vida, y que, quién sabe por qué, conforman una conciencia. Cuando nuestra vida material se extingue, nos extinguimos nosotros con ella, aunque nuestra materia integre la tierra, y de nuestros viejos átomos surjan otros nuevos, en forma de flores.
De hecho, la filosofía avanzada del Budismo (que es más filosofía que religión) enseña eso: que desaparecemos como individuos para fundirnos en el cosmos (la conciencia universal) y que eso es la inmortalidad. A los yoguis parece bastarles. A mí, no. No me conformo con fundirme en el todo. Mi conciencia no se calma con eso. ¿O va a consolarme el desintegrarme en el caos arbitrario del cosmos? No. Por eso, cuanto más se piensa, más se sufre. Porque es un problema irresoluble, de modo que por el camino de la lógica no se llega más que a aceptar que todo es ilusión. Y así, claro, tantos se entregan a la fe, que es simple un opiáceo.
Pero se supone que en el cosmos tiene que haber un orden implicito de alguna manera...
ResponderEliminarAhora, ¿Es la conciencia la creación y el fin mismo del universo, tal como lo entendemos, o por el contrario sigue una "evolución", transformándose por ejemplo en otras formas de vida superior, no precisamente tal como las etendemos (Humanas)?
Descartando ya la reencarnación, que a mi tampoco me convence...
Se supone porque nuestra conciencia tiende a suponerlo. ¿Qué orden? El del caos. Lo que decía Heráclito de Éfeso: la armonía (es decir, que el universo se perpetúe) surge del caos permanente, de la destrucción permanente, no habiendo otro arjés que el "fuego".
ResponderEliminarSobre el origen del cosmos, no tengo noticia de ningún entendimiento humano que haya descifrado el enigma. La argumentación (lógica) de Nagarjuna es lo que más se acerca a la resolución del misterio, pero desemboca en la negación de todo, apoyando la tesis de la ilusión.
Según Nagarjuna (hazte con 'Fundamentos de la Vía Media') el mundo, o nuestra percepción del mundo (a través de la conciencia) no es más que una ilusión. Ni el vacío (lo que no existe) ni la materia (lo que existe) son demostrables, luego... son ilusiones de la mente.
Llevándolo al extremo, cada uno de nosotros podría ser el mismísimo Dios (es decir, el origen) soñando (o teniendo una pesadilla), que concluiría con la muerte (entendida como despertar).
Nagarjuna demuestra (y digo "demuestra" porque se vale de una lógica filosófica implacable, irrebatible, hermana de las Matemáticas) que todo (lo que es y lo que no es, el espacio, el tiempo, el movimiento...) carece de esencia demostrable, de entidad propia defendible mediante la lógica, de sentido, en definitiva. Por tanto, todo es ilusión. Y en este todo entra el propio cosmos.
En cuanto a si la conciencia evoluciona, te pregunto: si la conciencia "es", en caso de evolucionar, pasa a "ser siendo", luego... si se transforma, deja de ser lo que era. Si algo que "es" tiene la facultad de convertirse en otra cosa, ya no "es". En otras palabras: si A puede convertirse en B, puedes decir que B es A, pero A ha dejado de ser A, luego, aunque sea B, B no es nada, pues pasará a ser C, dejando de ser B, etc. Para verlo más claro: si un objeto (el ser) se mueve, y mediante el movimiento (evolución del objeto, de la conciencia) se transforma, ya no es lo que era previamente, sino una entidad nueva. Pero, ¿cómo algo que deja de ser lo que era puede haber sido, y en consecuencia, como lo que es ahora puede "ser", si nace de un absurdo inicial? Si el objeto "es" tanto estático como en movimiento, entonces el movimiento (la transformación de la conciencia) resulta inherente al objeto, luego... objeto y movimiento coinciden porque son lo mismo (dicho objeto surge de un movimiento previo). Y si son lo mismo, y el objeto mediante el movimiento deja de "ser", ¿qué esencia posee el nuevo ente transformado, habiendo nacido de lo que no es?
La trabazón lógica regresiva "causa-efecto-causa-efecto..." es aplicable al objeto-movimiento (conciencia-transformación), al tiempo (pasado-presente-futuro), etc. Y en esto coinciden la Lógica y las Matemáticas: ambas disciplinas conducen al absurdo.
Además, ¿por qué el universo habría de tener una finalidad? Si la Naturaleza es un reflejo de esa finalidad, ¿acaso no la niega? En ella todo es creación y destrucción, no hay otro fin que perecer, las células crecen unas a costa de otras... Dicho de otra manera: es una permanente escabechina. De ahí que las sociedades humanas (dada su complejidad) no ofrezcan otro espectáculo (tomando una vista general) que la explotación del hombre por el hombre (unas células se expanden a costa de otras): esclavitud, opresión, guerras, impostura... Las civilizaciones se suceden según la concepción de Tito Livio: nacen, crecen, decaen, perecen... como los conjuntos celulares.
ResponderEliminarObserva la Moral a través del prisma de los intereses creados en cada época: se adecúa siempre a los intereses del que manda, haciendo concesiones a los que obedecen mientras resulta rentable. La razón es elemental: una especie compleja, evolucionada, etc., el "hombre", ha surgido del azar (el mono que empezó a usar instrumentos en vez de valerse sólo de sus manos) y personifica la lucha de las células, de cada entidad "viva", en perpetua pugna con las demás.
Si hay un sentido, es ése: la perpetuación del caos, la armonía de la destrucción.
La gran pregunta es: ¿cómo algunos seres (conciencias) llegan a preocuparse por estos asuntos (como estamos haciendo aquí) mientras la mayor parte vive presa de los más diversos opiáceos, sin cuestionarse nada, dejándose llevar automáticamente?
Podríamos caer en un error si entendemos el concepto de caos en el universo, y nos dejaría como un subproducto del mismo y la Naturaleza como algo sin lógica aparente y razón de ser.
ResponderEliminarNo dudo que si observamos los patrones de la Naturaleza siguen los mismos que los del hombre, pero esto es porque se empeña en imitarla.
Y opino también que las leyes que rigen la Naturaleza no son las mismas que la de los hombres y que éstas deben ser diferentes.
Pero debemos de partir de algún conocimiento para poder descifrar que es la conciencia, si evoluciona o perece, porque sino esto se complica demasiado.
En todo caso por mi parte intentaré investigar todo lo posible, llevando la contraria a la mayoría, jejeje.
Hay una lógica que también se podría desprender de lo que estamos hablando, y en este caso te daría la razón, y es la de ¿por qué si en universo hay un orden implicito, en nuestra conciencia individual, en forma de pensamiento hay un caos constante en muchas ocasiones y un desbarajuste total según se observa.
ResponderEliminarEstá claro que la mayoría de las conciencias no quieren percibir éste caos constante y prefieren ser anestesiadas con todo tipo de entretenimientos.
¿Pero por qué hay un orden implícito en el universo? Y en todo caso, explícamelo. ¿Cuál es ese orden? ¿Cómo se justifica y se demuestra?
ResponderEliminarQue la conciencia es el eje de nuestra existencia, sea o no ésta una ilusión, es un hecho. Todo pasa, por así decirlo, por el filtro de nuestra percepción. ¿Pero por qué atribuirle un sentido?
Si le atribuyo un sentido a la conciencia, acepto implícitamente un orden. Y si acepto un orden, reconozco una causa primigenia, última, a la que puedo llamar "Dios".
Pero, ¿qué pruebas tengo de ello, más allá de mi deseo de atribuir aquello que no puedo demostrar, lo que no constituye ninguna prueba?
También el loco se cree el mundo de fantasía que ve en su imaginación, y lo asocia a la realidad. Del mismo modo si yo le atribuyo al universo un sentido que nada evidencia, estoy confundiendo mi deseo con la "realidad".
Pero volviendo al sentido de todo, ¿cómo algo que es puede ser otras cosas? Es decir, como una entidad eterna, inmutable (el universo, el todo) puede dar lugar a otras entidades, de carácter mutable (los planetas, los seres...) Si decimos: formamos parte del todo, es que en parte somos el todo. Pero, ¿cómo lo inmutable, el todo, puede ser a la vez mutable? ¿Cómo lo eterno puede ser caduco al mismo tiempo? Si la naturaleza del todo es su inmutabilidad (pues de tener sentido, tiene un origen y una finalidad: ser, permanecer), entonces no es posible que dé lugar a partes mutables, dado que la mutabilidad es incompatible con la inmutabilidad. Lo inmutable no puede ser a la vez mutable.
Ahora bien, es cierto que las entidades mutables (planetas, seres...) no aportan ninguna prueba de su inmortalidad, luego... ciertamente no son inmutables. Siendo esto así, el todo inmutable se habría fragmentado en partes mutables, lo que es un absurdo, y nos conduce a concluir que dichas partes son meras ilusiones, o bien lo es el todo, pero en ese caso también las entidades mutables serían ilusorias, por integrarse en la totalidad.
Del mismo modo, ¿cómo lo que es ha surgido de lo que no es, del vacío? ¿Y qué concepto es ése de "vacío"? El vacío, lo que no es, se define por contraposición con lo que es, luego... el vacío encuentra lo que es como unidad de medida (negativa). Entonces lo que no es y lo que es coinciden. ¿Cómo es eso posible? El vacío, lo que no es, se concibe a partir de su contrario, lo que es, de modo que la noción de vacío existe sin una verdadera independencia. Siendo esto así, ¿cómo lo que no es puede ser delimitado por la ausencia de lo que es?
Y por otra parte, si lo que no es acaba dando lugar a lo que es, entonces es que lo que no era, en realidad sí era, o bien lo que es, en realidad no es. Sea como fuere, lo que no es y lo que es carecen de sentido, pues se conciben por oposición, de modo que ser se contrapone a no ser. Ahora, que si del no ser, surge el ser, entonces el no ser llevaba en su seno al ser, luego... el no ser, era, o el ser, no es.
En conclusión, no existe el ser, ni el no ser. Todo es ilusorio.
Fíjate, tenemos un objeto móvil (llamémosle "móvil" a secas). En consecuencia, dicho móvil tiene dos cualidades intrínsecas: la de ser (objeto) y la de moverse (movimiento). Si el móvil se mueve en el espacio, y se transforma en el tiempo, y dando tales pasos sigue siendo el mismo objeto, ¿cómo es entonces posible que avance en el espacio y el tiempo? Si "cambia", deja de ser inmutable. Si no es inmutable, ¿cómo podría justificarse, siendo dicho móvil un efecto propiciado por una causa, la existencia de un motor primigenio? Dicho motor sería entonces mutable, de modo que, ¿dónde quedaría la inmutabilidad que exige la eternidad?
ResponderEliminarSi el móvil es objeto y a la vez implica movimiento, pero el movimiento es "vacío", es decir, que "no es", o que es simplemente transición, entonces nos encontramos con que el móvil pasa de un posicionamiento A a otro B. Tenemos entonces un móvil mutable, en el espacio o el tiempo, pero que ha mutado a través de lo que no es, de una entidad vacía y accidental (el movimiento). Ahora bien, como hemos dicho que el movimiento es una de las cualidades intrínsecas al móvil (pues de lo contrario no se movería, no evolucionaría, no se transformaría), hemos de asumir, pues, que lo que no es (el vacío) integra lo que es (el objeto). Si lo que no es forma parte de lo que es, ¿qué diferencia lógica hay entre lo que no es y lo que es?
Esto, al menos ciñéndonos a la lógica, nos obliga a asumir que el movimiento, el móvil y la transformación consumada en el espacio o el tiempo, son meras ilusiones, que escapan tanto a nuestra capacidad de entendimiento como a las redes de nuestro lenguaje.
Y ahora fijémonos en el tiempo: el pasado fue, ya no es, no podemos volver a él, pero el presente no es, está siendo, y el futuro, será. Lo que está siendo, está en movimiento, es decir, camina sobre el vacío, y sólo lo vacío se sostiene sobre el vacío. Entonces, el presente, que está siendo, luego... no es (carece de inmutabilidad) resulta ilusorio, dejando además el pasado como un conjunto de experiencias superadas (de sumas de presentes transitorios) y el futuro a largo plazo como mera proyección intuida, y a corto plazo como una ráfaga de sucesión de momentos presentes.
El futuro no es, ni ha sido todavía mero movimiento. El pasado ya no es, ha sido apenas una acumulación de presentes sucedidos. Sólo el presente es, pero como muta a cada instante, está siendo, luego... no es, pues, ¿cómo puede "ser" lo que se configura "siendo", aquello que el movimiento transforma?
Pensemos en un rostro humano: niño, adolescente, joven, maduro, viejo... Ese rostro es el móvil (en el tiempo). Si nos detenemos en la edad madura, concluimos que ya no es lo que fue, pero sigue siendo el mismo rostro, el objeto móvil. Ahora bien, como móvil, es mutable, y como entidad mutable, no es, sino que está siendo. No obstante, no es ya lo que fue, ni es lo que será, y lo que será no lo es. De hecho, acabará convertido en calavera pelada, y más tarde, en polvo, en sombra, en nada. Finalmente esas partículas que lo constituían se habrán difuminado en el universo. ¿Qué quedará de lo que fue siendo? ¿La conciencia? ¿Qué nos demuestra que la conciencia no es más que la percepción que tienen de sí mismas y de cuanto las rodea esas partículas mutables, que conforman un todo pasajero?
Sin duda, la cuestión trascendental es la que tú planteas: ¿qué es la conciencia? Pero no hay respuesta lógica para eso, de ahí que la mayoría se arroje en brazos de la fe, porque de seguir martilleando en su cerebro, se volverían locos o se entregarían a los placeres y a los vicios para superar su angustia.
En este caso queda claro en tu exposición de que el tiempo es un ciclo, y el pensamiento es el que ha inventado la concepción que nosotros tenemos del "tiempo".
ResponderEliminarTambién habría que aclarar lo que es verdaderamente el espacio.
Ahora le estaba dando vueltas al asunto, si podría ser posible que la conciencia universal fuese el "motor" que impulsa el movimiento de los objetos, es decir la "nada creadora"
En la Grecia pre-helenística, de hecho, aún más, en la Época Arcaica (siglos VIII-VI a. C.), dejando al margen las chifladuras de Pitágoras (que creía en las reencarnaciones, como los hindúes) la polémica sobre el ser y el no ser, el objeto y el vacío, ofrecía dos posturas: la de Parménides y la de Heráclito.
ResponderEliminarA grandes rasgos, pueden resumirse así: Parménides creía en la inmutabilidad de los entes, pues, lo que muta, no es. Heráclito, al contrario, consideraba que todo era un caos permanente, de modo que la continua destrucción era la regeneración. Todo, pues, era mutable.
Algunos siglos después, Demócrito, quien, por cierto, esbozó la teoría de la luz atribuida a Newton, partió de las tesis de su maestro Leucipo para desarrollar con más precisión la postura de Heráclito, conjugándola con las ideas de Parménides. Es lo que se conoce como "atomismo". Unas entidades inmutables (los átomos) colisionan y dan lugar a otras mutables (los seres), sin que haya ninguna razón divina para ello. Demócrito es el primer ateo propiamente dicho. Poco después Platón tomará de esta filosofía lo que le interesa, hablando de lo inteligible, las ideas (inmutables) y los seres (mutables), la aspiración al Bien -igual que en el Budismo- como camino de autoconocimiento (que los cristianos plasmarán en su idea de la redención), etc.
Es decir, que desde Platón empiezan a descarrilar, desviándose de la duda elemental sobre la que giró la filosofía de Heráclito, Parménides, Demócrito..., y que siguió vigente en el Budismo avanzado (Nagarjuna). A partir de ahí (y no digamos ya con la consolidación del idealismo cristiano, mezclado con las creencias judías) se parlotea sobre todo, menos sobre la cuestión primordial, que atañe a la polémica ser-no ser, objeto-vacío.
De los que yo tengo noticia, el primero en preguntarse sobre la cuestión trascendental fue Lao-Tse. Pero resulta demasiado críptico, viniendo a decir que materia y vació, lo que es y lo que no es, se complementan. Recurre a la metáfora de la habitación y las cuatro paredes: una entidad material perceptible que sin embargo se fundamenta en el vacío (el espacio) e incluso mediante el vacío (espacio para las ventanas, la puerta...) se estructura. Pero Lao-Tse no profundiza sobre la concepción del vacío, en relación con el objeto. Se limita a asociarlos, recomendando rehuir el fanatimos, ya que no existen certezas.
Precisamente por esto, por el descarrilamiento al que hacía antes referencia, el fanatismo es algo propio de la era post-clásica (grecorromana), exceptuando quizá a los antiguos egipcios y ciertas culturas mesopotámicas, muy jerarquizadas a lo divino. El fanatismo sigue hoy vigente, en la cultura islámica en un sentido religioso, y en la nuestra con la adoración del Trabajo (la Productividad sustituyó ya hace más bien dos siglos al viejo Dios).
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ResponderEliminarRazonar, poco se razona. Incluso desde las escuelas, se adoctrina. El adoctrinamiento, de origen semítico, constituye hoy el molde educativo de prácticamente todas las culturas (lo que se ve reforzado por la pleitesía al Estado). Por esta razón los que van a la guerra (pensemos en los años 1914-1919) no lo hacen pensando en el botín (como se hacía antaño) sino en la "patria". Son fanáticos natos, iluminados, ciertamente son unos asnos. Del mismo modo podríamos hablar de la devoción por las ideologías (y no me refiero al anarquismo, que es la negación de todas ellas y la base de la verdadera libertad). El fanático, y el hombre moderno es esencialmente un fanático, intelectualmente un pobre diablo, no razona, sino que "cree". Y cree en mil cosas que se sitúan más allá del plano de su conciencia individual. Por eso, igual que no se cuestiona la existencia, el mundo, etc., tampoco pone en duda su misión, su misioncilla sobre la tierra: ser patriota, ser devoto, ser un buen trabajador, etc., etc.
Ya que estamos, resulta bastante cómica la ciega fe en el Progreso de algunos modernetas. Confunden los grifos de agua caliente y esta maravilla de los ordenadores, que nos permite debatir tranquilamente incluso a distancia, con una verdadera evolución tipológica, que no se da en absoluto. Porque para ello, haría falta una libertad intelecual, de conciencia, o consciencia, incompatible con una sociedad materialista.
Pues esa nada creadora (acabo de leer tu comentario) tendría su lógica, pero entonces nosotros no seríamos más que proyecciones de esa especie de "mente" universal. La famosa novela de Stanislaw Lem, 'Solaris', se plantea precisamente esta cuestión. En la película se aborda el tema pero con menos profundidad.
ResponderEliminarNo la he leído aún "Solaris", intantaré leerla en cuanto pueda.
ResponderEliminarSi observamos bien, vemos que la conciencia se proyecta en el universo mediante los sentidos y no con el pensamiento, podríamos decir que tenemos los sentidos embotados por el pensamiento, (se le ha dado mucha importancia a lo largo de la historia).
Si pudiéramos explotar al máximo los sentidos, creo que todo tomaría otra dimensión de las cosas y también del universo.
¿Por qué diferencias entre "pensamiento" y "sentidos"? ¿No es un sentido el pensamiento, o sea, la conciencia?
ResponderEliminarPor ejemplo, ¿cuándo un animal llamado "no racional" (un perro, pongamos por caso) parece darse cuenta de que existe? Cuando sufre, ¿no? O cuando goza mucho. Pero sobre todo cuando sufre. Entonces cobra... "conciencia". Casi podría decirse que piensa, que es consciente de su dolor, de su existencia. Por tanto, ¿no demuestra incluso eso que la conciencia es un sentido?
Veámoslo de otra manera: un tipo que esté en coma, entubado, está vivo, respira, pero no es consciente. Y esa consciencia perdida, ¿no es un sentido deteriorado?
Voy a ir más allá: un deficiente, ¿acaso no siente dolor físico? ¿Acaso no siente también angustia, tristeza, etc., es decir, pesares emocionales? Y sin embargo, tiene un menor grado de consciencia, en tanto que su inteligencia es limitada, me da igual si a causa de un accidente o por un problema de nacimiento. ¿No demuestra eso que el pensamiento es otro sentido, como el tacto o la vista?
En el caso de los animales podríamos llamarlo "pensamiento instintivo", aunque en algunas ocasiones si que pueden ir un poco más allá como los elefantes o los delfines en sus conductas, pero queda ahí.
ResponderEliminarCuando hablamos del pensamiento humano propiamente dicho, intuimos pensamiento analítico, sería descabellado reducirlo a los sentidos tanto como lo sería también otorgarle a los animales una "inteligencia propia".
Pero bueno a veces el mundo parace estar al revés, cosas de los "hombres".
Porque creo que si los sentidos pasan a un segundo plano no percibimos muy bien lo que es la realidad verdadera, y si por el contrario el pensamiento cobra la mayor importancia y pasa a ser vital para nosotros, transforma la realidad a su gusto y conveniencia.
ResponderEliminarEntiendo. Divides el pensamiento entre "analítico" e instintivo, o sea, entre razón y pensamiento, coloquialmente hablando.
ResponderEliminarPero aún así, la percepción de ese pensamiento analítico, es un sentido. Aunque tu última respuesta me queda clara.
No voy a volver a la carga como un sofista, si bien podría decirte: si ese pensamiento analítico integra nuestra conciencia, y a su vez el pensamiento instintivo forma también parte de ella, toda división entre uno y otro será convencional, acorde a nuestras necesidades de comunicación, una conveniencia lingüística. Pues ambos, A y B, se integran en C, participan de las facultades de C, y por tanto son lo mismo, tanto uno respecto al otro, como respecto a C.
Y si C, la conciencia, es o bien una proyección de la "mente" del universo, o bien un efecto de una causa particular (nosotros mismos) que no conseguimos definir, en ambos casos supone una ilusión, siendo entonces A y B tan ilusorios como C.
Jajaja.
Mi percepción de la vida que podríamos decir son basicamente recuerdos, se aproxima a la de los sueños, en tanto que cuando soñamos, también sentimos y pensamos.
ResponderEliminarSi mezclamos la vida real (mundo) con la de los pensaminentos (que no dejan de ser sueños), una ilusión que hemos creado a partir de la realidad modificándola entonces, ¿por qué le damos tanta importancia a nuestras experiencias, conocimientos, memoria, que es en el fondo el nombre, la conciencia individual que tenemos, nuestra imagen psicológica, como decía Krisnaji, cuando es practicamente "ilusoria".
Aquí podríamos entrar en el tema del "mito de la imagen", por ejemplo en las religiones..etc, etc.-
Pues le damos tanta importancia porque nuestra percepción de lo real se ciñe tanto a las experiencias materiales como a la totalidad de cuantas abarca nuestra conciencia. Mientras soñamos, no somos plenamente conscientes (como supongo que no es plenamente consciente el que se droga, recordando después apenas algunas imágenes de sus alucinaciones).
ResponderEliminarEn cualquier caso, sean conscientes o inconscientes nuestras experiencias sensoriales, son ilusorias por igual, al menos si aceptamos la lógica de Nagarjuna como lo más aproximado a la verdad.
El caso de Nagarjuna es excepcional porque ni afirma ni niega del todo. Mediante la lógica, refuta todas las certezas, pero asume que las experiencias sensoriales del hombre exceden las limitaciones de su resolución lógica. De ahí que tienda a la "vía media" entre la realidad y la ilusión. O mejor dicho: entre lo que es y lo que no es, considerando la vía media como ilusión y puente entre ambos caminos.
Por otra parte, resulta imposible abstraerse del todo de la materia, de la "realidad" física; es algo que no consiguen ni los más avezados fakires. La conciencia implica sufrimiento (incluso cuando se llega a la alegría, que tan poco dura), pero es que aun en el caso de que alguien consiguiese anular su conciencia, llegar al "nirvana", bastaría causarle dolor (físico) para devolverle a la "realidad".
Es imposible negar la percepción material, lo que llamamos lo "real", quedando incluidas en ello la angustia, la alegría, etc., es decir, cuanto determina nuestros estados de ánimo. Por esto se le concede la máxima importancia a las experiencias conscientes, porque las otras ya no es que sean ilusiones según al lógica, es que lo son según la simple percepción de un cuerdo.
Ya que hablamos de inmortalidad, busquemos al menos una gran longevidad ¿no te preguntas cómo es posible que un árbol llegue a vivir 1000 años, o una tortuga 250?
ResponderEliminarPues he escuchado que ha habido hombres que han superado los 150 años, creo que el record concocido y datado anda por ahí.
ResponderEliminarYo creo que los dos condicionantes que afectan al envejecimiento son tanto el físico como psicológico, sin olvidar el ambiental que sería el externo, pero vamos a admitir que nosotros no rebasaremos el siglo, ya que por lo visto pocos lo consiguen.
Pero también es curioso, ya que nuestro organismo podría en condiciones óptimas pasar los 100 y llegar a muchos más.
El récord de longevidad documentado es de Jeanne Calment con 122 años, pensaba que eran algunos más.
ResponderEliminarVeamos, yo tengo noticias de un ucraniano que contaba 126 años cuando murió (hace dos inviernos, creo recordar). Decía que para lograrlo había vivido sin comer carne, sin trabajar demasiado (ojo al dato) y sin relacionarse con mujeres (jaja, ¿qué tendrá esto que ver?, a menos que se refiera a vivir libre de la tortura de una arpía).
ResponderEliminarEl caso es que nuestro cabello y nuestras uñas crecen hasta aproximadamente los 150 años. Es decir, que en las tumbas, el cabello y las uñas de los cadáveres continúan creciendo hasta esa fecha. Esto está comprobado.
Cabe preguntarse entonces: ¿sería posible alcanzar los 150 años? Parece, sin embargo, que los 125 marcan la frontera que resulta casi imposible cruzar. El organismo, sencillamente, se agota.
Los datos sobre personajes bíblicos (en la tradición hebrea) hablan de patriarcas centenarios (los más fiables apuntan a que Moisés vivió unos 150-200 años). Parece poco creíble, puesto que no se conocen pruebas de ningún hombre que haya alcanzado una longevidad como ésa.
Evidentemente, lo que acelera nuestro envejecimiento es el deterioro celular. Es decir, que en nuestro organismo, poco a poco, mueren más células de las que nacen. Esto acaba repercutiendo en nuestros órganos, causando enfermedades o volviéndonos vulnerables a ellas, etc.
La cuestión está, pues, en tratar de retrasar lo máximo ese envejecimiento celular. Y poder, se puede. No supone ningún gesto iluso aspirar a vivir más de cien años. Para ello son fundamentales las siguientes pautas:
1. Hacerse vegetariano (o pecetariano, si somos condescendientes). La carne que consumimos pertenece a un cadáver (de ternera, cerdo, etc.) que tiene siempre más de 24 horas. En consecuencia, ha desarrollado ya unas bacterias que aceleran el deterioro celular del organismo que ingiere el alimento. Para que comer carne fuera sano, habría que devorar a la víctima antes de las mencionada 24 horas. Habría, pues, que sacrificarla (no comprarla ya sacrificada y troceada), preparla rápidamente y comérsela. Sólo en tal caso aprovecharíamos sus nutrientes sin infectarnos. ¿Por qué no se hace esto? Pues porque casi nadie mata ya hoy a los animales que se come, y porque incluso quien lo hace, encuentra la carne fresca demasiado dura, tanto que le cuesta desgarrarla (de hecho, por más que les moleste a los carnívoros, el homo sapiens tiene mandíbula de frugívoro, de modo que la ingesta de carne bien puede ser considerada una aberración, además de la bestialidad que implica).
En el caso de los pecetarianos (aun aceptando que el comerse a los peces supone igualmente un acto de barbarie) no puede negarse que ingieren nutrientes beneficiosos para el organismo (salvo en aquellos casos en que se dan fenómenos de contaminación). Algunos de ellos, incluso, retardan el envecimiento celular (en concreto, las proteínas del salmón y del atún, que además refuerzan la masa muscular).
Lo más práctico probablemente sea comer pescado con frecuencia hasta los cincuenta años, y alimentarse exclusivamente de frutas, verduras, arroz, etc., hasta los cien o ciento y pico. Pero es algo que depende de nuestros condicionamientos morales (hay quien se niega a comer pescado porque el pez es también un animal).
2. Hacer ejercicio con cierta frecuencia, sin llegar a los niveles de los profesionales. Carreras, gimnasia, levantamiento de pesas, etc. Imprescindible para oxigenar la sangre. Con esto y una dieta vegetariana (o pecetariana) se está logrando ya prevenir la mayor parte de las afecciones que envían a la tumba a tantos incautos. En otras palabras, debe rehuirse la gordura como la peste. El exceso de grasa nos obliga a mayores esfuerzos, y nuestra salud se ve así afectada. No es un problema estético, sino una cuestión práctica.
3. No respirar veneno, aunque se vuelve tarea casi imposible si vives en una ciudad. Unido a esto: no fumar. El alcohol, igualmente desterrado (exceptuando una o dos copas de vino al día, para quien guste del vino).
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ResponderEliminar4. Beber grandes cantidades de agua, especialmente en ayunas (o en el desayuno, acompañando el agua -un litro aproximado- con frutas). Beber zumos de frutas, y beber té (chino o japonés). Si la amargura del té (jamás de bolsitas) se hace insoportable a nuestro paladar, se le puede añadir menta, yerbabuena, etc., para suavizar el sabor sin restarle propiedades al brebaje.
Por supuesto, la calidad de los productos es decisiva. Lo idóneo es plantar en casa un pequeño huerto, si se dispone de algún terreno; si se vive en un piso, nada impide cultivar ciertas yerbas en macetas. La fruta del mercadillo, dejando bastante que desear, es más fiable que la de las tiendas. En mi caso, cada vez planto más yerbas y frutas: este mes he conseguido incluso -en pleno invierno- que germinara un granado. Ayer mismo comí la fruta, roja, jugosa, con sabor a vida. Nada ver con la bazofia que venden en los supermercados.
5. Dominar los nervios. Pero sin renunciar a dejarse llevar por la ira en según qué casos (mejor eso que acumular veneno). No fatigarse inútilmente, ni trabajar de sol a sol a menos que no haya otro remedio. Tratar de no angustiarse.
Para esto, claro, hay que vivir un poco al margen, renunciando a las pompas del mundo y a la riqueza. Hay que saber administrar el dinero como un judío. Y a menudo una vida naturalista lleva implítica mucha soledad, cosa que no todo el mundo soporta.
No veo que ninguno de estos puntos esté reñido con trabajar (pero trabajar para vivir, no al revés) ni con convivir con una mujer. Además, respecto a este último punto, está totalmente demostrado que la excesiva retención de fluidos seminales es cancerígena.
Sí, el ucraniano al que me refería murió a los 116, no a los 126.
ResponderEliminarhttp://www.longevidad-saludable.com/2011/01/cientifico-ruso-promete-autentica.html
ResponderEliminarDesconocía los datos que aportas de la carne, curioso.
ResponderEliminarYo intento comer poca carne, pero como bien dices en la actualidad todo esta más o menos "envenenado", con los transgénicos,los pesticidas, herbicidas en el caso de los vegetales y en el de la fruta, y en el caso del pescado, vete a saber lo que ingieren los peces en el mar en según que zonas contaminadas.
Lo que dices de la carne animal, también ocurre con la de los peces, tiene que estar unos días en las cámaras creo recordar, ahora no me acuerdo muy bien del motivo, si era porque era demasiado "fresco" o por otra razón.
Pero aparte de la comida, está el tabaco, el alcohol, la cocaína, etc, etc, creo que también influye bastante, pero ya es bien sabido que todos los excesos son nocivos.
Publico "Nezabyvayemoye".
ResponderEliminarMe sorprende, Matapuces, que comas carne. Un seguidor de Krishnamurti como tú...
ResponderEliminarEn cuanto al pescado, todavía puede encontrarse fresco y de calidad en las lonjas. Una buena solución es comprar la cantidad necesaria para unos cuantos meses, congelarla adecuadamente (o preparar parte en aceite, o bien marinando, o incluso ahumando) e ir agotando poco a poco las reservas. Esto no quiere decir que no haya buen pescado, por ejemplo, en Madrid. Los camiones salen de las lonjas antes de que amanezca y a veces ya tienes el pescado a mediodía en la gran ciudad, fresco, del día. Si las vías de comunicación aérea fueran mejores (de eso se quejan insistentemente, con razón, en Galicia) la disponibilidad sería mayor. Date cuenta de que en ocasiones hay que llevar el pescado a otra ciudad, y de ahí a Madrid.
En cualquier caso, conozco a una pareja que vive junto al mar y que últimamente se ha dedicado a criar peces y cangrejos, por lo que tiene ya las provisiones marinas aseguradas. Además, como disponen de un pequeño terreno, pueden echar mano de aguacates, kiwis, maracuyás, etc. Y ya estuvimos viendo (la última vez que me pasé por allí) cómo preparar un pequeño invernadero para el cultivo de tomates. A eso le llamo yo "economía sostenible" y no a lo de ZP.
Sobre comer animales (al menos, mamíferos, o incluso aves): ¿hasta qué punto es coherente devorarlos ya sacrificados, preparados, troceados...?
ResponderEliminarSacrificar a un animal es un ejercicio que requiere cierta crueldad, aunque a veces no quede otro remedio (¿qué comerían los kurdos si no pudiesen sacrificar cabras, terneros?). No es una tarea fácil. Imaginemos el sacrificio de un cerdo, sus chillidos, sus pataleos (yo he asistido a varios sacrificios porcinos, y es un espectáculo penoso). Claro que en las grandes cadenas de alimentación los ejecutan de un modo más rápido... La máquina suele sustituir al matarife.
En cualquier caso, el que sacrifica al animal y después se lo come, es plenamente responsable de sus actos. Consciente del proceso. Ahora, el que compra la carne en el supermercado, se limita a seguir la cadena sin cuestionársela; en ese sentido, como destinatario, es un autómata.
Habría entonces que preguntaros: ¿sacrificaríais al animal con vuestras propias manos? Porque si no es así (y mucha gente me ha confesado que sería incapaz), parece que hay una gran incongruencia entre la sensibilidad confesa y el acto de comer animales.
Por ejemplo, en mi caso, he matado peces, cangrejos, etc., porque me los como. Y desde luego que no es un espectáculo agradable matar un pez. Hay que darle un golpe seco en la cabeza, y a veces sigue aleteando... Si fuera creyente, hasta me santiguaría. A fin de cuentas, ¿dónde está mi superioridad, mi "conciencia", si sostengo este saco de células que me constituyen a base de destruir vida (animal)?
Míralo de este otro modo, y que conste que no trato de influenciarte: si eres parte del todo, y sólo mediante la piedad puedes, como bien proponen Krishnamurti, Nagarjuna, etc., avanzar hacia el autoconocimiento y la paz, ¿quién eres, entonces, qué derecho te arrogas, para devorar partes de ese todo, al menos de ese todo animado?
Jaja.