Cuando conocemos el camino nos sentimos seguros, y empiezamos a estar temerosos e inseguros cuando desconocemos nuestro destino.
La imaginación es un producto del pensamiento, y el pensamiento una ilusión creada por el pensador, de lo que se deduce que el pensador es la culminación de su pensamiento. El hombre es un producto del pensamiento o de una ilusión que transforma la realidad y la modifica según las imágenes que percibe y que conforman los sentidos que estimulan sus organos sensoriales, dándole una apariencia en cada momento de su vida.
En este sentido el hombre piensa y actua como si de un camaleón se tratara, que va cambiando de color y camuflándose con el entorno, para poder sobrevivir.
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